Muchas
gracias a los que durante este tiempo os habéis interesado por el estado del
libro. Está prácticamente terminado. Me falta rematar el capítulo sobre la
burbuja nuclear y revisar algunas cosas
que tenía escritas desde hacía tiempo a la luz de lecturas más recientes. Eso y
pulir un poco el estilo, dotar a las partes de coherencia con respecto al todo
y redactar la bibliografía y las notas.
En un mes más o menos estaría listo si no hay contratiempos como la
subida de tensión que se llevó por delante el disco duro del anterior
ordenador.
Por
si queréis ir abriendo boca, os dejo la introducción que he terminado de
escribir y que supongo que no diferirá mucho de la definitiva. Gracias de nuevo
por el interés y…
BIENVENIDOS A LA NAVE DEL MISTERIO
Todo en el mundo es extraño y es maravilloso
para unas pupilas bien abiertas. Esto, maravillarse, es la delicia vedada al
futbolista, y que, en cambio, lleva al intelectual por el mundo en perpetua
embriaguez de visionario.
José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas
Siempre me han frascinado los misterios. De
pequeño me maravillaba al oír hablar de los avistamientos de ovnis, las psicofonías
del Palacio de Linares o las caras de Bélmez. Y me fascinaban aún más esos
profesores de nombres exóticos que se afanaban por explicarlos: El doctor
Jiménez del Oso, El padre Pilón, Tristan Braker…
Nunca me ha abandonado
esa pasión infantil por los misterios, lo único que ahora en lugar de interesarme por los del más allá, me intereso
por los del más acá, que también son muchos y no menos intrincados. El que
últimamente me ha tenido ocupado, y sobre el que versa este libro, es el precio
de la electricidad en España.
Cada vez que llegaba
el recibo a casa la misma pregunta: ¿Cómo es posible? ¿Producirá alguien acero
en casa mientas yo no estoy? Para mí era algo inexplicable. Investigando un poco me percaté
de que no era algo exclusivamente mío, sino que se extendía
a todos los consumidores domésticos españoles, que pagamos la electricidad más cara de la Europa
continental antes de impuestos, según ponen de manifiesto los datos
proporcionados por EUROSTAT para 2015. ¡Ojo, antes de impuestos! Este
descubrimiento lejos de ofrecerme algún consuelo no hizo sino incrementar mi
suspicacia.
Resulta
extraño que a un país de relieve accidentado, con abundantes recursos hídricos,
muchísimas horas de sol y viento, amén de bien comunicado mediante gaseoductos
con el norte de África, le cueste producir su electricidad más que a islas como
Chipre o Malta. Pero todavía resulta más
extraño que solo sean los precios para usuarios domésticos y PYMES los que han
crecido muy por encima de la media europea, pues los precios para los
grandes consumidores se han mantenido dentro de la media. Extraño, a la par que nefasto para la competencia,
pues nuestras
pymes pagan la electricidad más cara de Europa.
Todavía
más incomprensible resulta el hecho de que, a pesar de que el recibo de la
electricidad en España para estos consumidores no ha dejado de subir (Se estima
que desde 2003 lo ha hecho un 83,2%), esto no ha sido suficiente para
satisfacer los costes reconocidos por el Estado, de modo que desde ese año el
déficit de tarifa no ha hecho sino engordar y a finales de 2013 rondaba
los 30.000 millones
Habrá
quien aventure la hipótesis de que estos elevados costes se deben a que la
demanda sobrepasa a la oferta, pero la situación es justo la contraria: Desde
el año 2007 hasta 2015 la demanda no ha dejado de descender y la potencia
instalada excede
con mucho las necesidades de suministro.
¿Entonces?
Con un precio que no cubre los costes y una demanda insuficiente para
rentabilizar las inversiones, lo lógico sería pensar que las empresas
eléctricas que operan en España se encuentran al borde de la quiebra. Pues no
es el caso. Contra toda lógica sus beneficios superan en
términos relativos a las que operan en el resto de Europa e, incluso, los resultados
totales son mayores en muchos casos a las de estas.
Si
los precios no dejan de subir, a pesar de que la demanda no dejan de bajar, algo
me hacía pensar que el problema estaba en la oferta, que podía permitirse fijar
los precios al margen de las leyes del mercado. No obstante, esto último tan
solo eran especulaciones de andar por casa; así que, como cuando era pequeño, acudí
en busca de un profesor de nombre exótico para que me iniciase en los misterios
de la luz, y me encontré con el doctor Robinson.
Los informes del doctor David Robinson
Nos encantan las mentiras si
están dichas de verdad
Love of Lesbian, Dios por dios es cuatro
El
doctor David Robinson es Senior Research Fellow del Oxford Institute for
Energy Studies, que debe ser al mundo de la energía lo que Hogwarts es a la magia y la hechicería.
Para tratar de explicar todos estos episodios extraños, en abril de 2014 saco a
la luz un estudio titulado Análisis comparativo
de los precios de la electricidad en la Unión Europea: Una perspectiva española.
En
este estudio el doctor Robinson considera que el alza de precios se debe a lo
que él denomina “cuña gubernamental”, es decir a los costes en el precio final de la electricidad que se derivan de
impuestos, gravámenes o cargos para financiar las políticas públicas y que son introducidos
por decisiones de los gobiernos.
A
ojos de nuestro sabio la competencia es lo de menos, pues los mercados
influyen en una
parte cada vez
menor del precio
final puesto que los gobiernos
son responsables […] de la determinación de una parte creciente de los precios
de la electricidad al consumidor, lo que deja menos margen para que la
competencia beneficie a estos últimos.
Al
primer análisis le siguió otro, en
octubre de 2015, titulado Análisis
comparativo de los precios de la
electricidad en la Unión Europea y en Estados Unidos. Este segundo análisis venía a decir lo mismo,
que la subida de los precios finales de la energía es culpa de la denominada “cuña
gubernamental”:
Mi conclusión es que el motivo principal de dichas diferencias en las
tendencias de los precios eléctricos finales se debe a un factor:
concretamente, a la “cuña de las políticas públicas” (o “cuña gubernamental”).
Este concepto hace referencia a los impuestos no recuperables y otros costes de
políticas públicas que se añaden al coste del suministro de electricidad, dando
así lugar a un aumento en su precio final.
En
contra de lo que los no iniciados podíamos pensar, el papel de la competencia
es, en opinión del doctor Robinson, irrisorio, y lo verdaderamente importante es
la “cuña gubernamental”, todos esos costes que los gobiernos encajan a
martillazos entre lo que cuesta la luz y lo que paga el consumidor.
La explicación es sencilla (cualquiera en la barra del bar dice que la
culpa es de los políticos y todo el mundo asiente) y muy gráfica: Uno se
imagina al ministro de turno metiendo una cuña en el conducto por donde fluye
el dinero de los consumidores a las distribuidoras de energía para sacar él
también tajada.
Sin embargo, este análisis pasa por alto dos hechos que a mi juicio son
fundamentales: El alto grado de interrelación entre los políticos y el sector
eléctrico (basta con poner “políticos y eléctricas” en Google para hacerse una
idea) y que, como veremos más adelante,
esa cuña gubernamental (exceptuando los impuestos, que en España están por
debajo de la media europea) va a parar en su mayor parte a las compañías que
integran dicho sector.
Por
ponerles un ejemplo, la Ley del Sector Eléctrico puesta en marcha por el primer
gabinete de Aznar a firmaba, en su exposición de motivos, que el Estado debe
garantizar que el suministro eléctrico se realice
al menor coste posible. Pero sin embargo, a la hora de determinar este
precio establece un sistema de
retribución (art. 16.1.a, sobre el que más adelante abundaremos) que
hace que toda la energía producida se venda al precio de la que cuesta más caro
producir. Sí, sí. Han leído bien. Se paga el mismo precio por la energía que
produce con agua, luz o viento que la que se produce con uranio, gas o carbón.
Obviamente
la decisión de aprobar esa ley fue del gobierno por lo que, stricto sensu, podría hablarse de cuña
gubernamental. Ahora bien, de lo que no podría hablarse (al menos sin sarcasmo)
es de política pública, pues está claro que esa decisión política realmente
beneficia unos pocos intereses privados, los de las compañías eléctricas, a
costa del interés público. Cosa que, por otro lado, tampoco debería
extrañarnos, pues el propio Rodrigo Rato ya lo apuntaba en un artículo de 2014
hablando de las prioridades del gobierno en materia eléctrica:
Con el proceso de privatización que se
estaba llevando a cabo, el capital empresarial era ahora el responsable de
financiar la mayor parte de las inversiones en materia energética y, por ello, la especial atención a las
condiciones de rentabilidad y de recuperación de inversiones pasaron a ser
fundamentales
Así
las cosas, la explicación del doctor
Robinson, con sus lábiles términos, desprende el mismo tufillo a jerigonza que la
de los abundantes charlatanes que pueblan el reino de lo paranormal. Impresión
ésta que se acrecentó cuando descubrí que los informes del doctor Robinson están
patrocinados (pagado, vamos) por Ecofín, una consultora de comunicación y
relaciones entre empresas y potenciales inversores (lo que en otros tiempos se
denominó propaganda), que tiene
entre sus clientes a Unesa, la patronal del sector eléctrico, a la que
ayuda a generar información sobre el sector; una información que acabará influyendo de una forma u otra
sobre la evolución del sector eléctrico español o de alguno de sus integrantes.
Por tanto, como sospechamos, el informe del profesor David Robinson, no busca
explicar la realidad sino crear una opinión favorable a los intereses de sus patronos; algo que, como veremos,
también se da en el ámbito del periodismo económico.
¿Y si estamos
ante una institución extractiva?
Felix qui potuit rerum cognoscere causa
(Dichoso el que pudo entender la
causa de las cosas)
Publio Virgilio Marón
Geórgicas
En
vista de que el doctor David Robinson no nos convence, vamos a echar mano de
otros dos doctores de nombre no menos exótico Daron Acemoglu y James A. Robinson. Ambos publicaron en 2012 un tocho de mucho cuidado
titulado Por qué fracasan los países: Los
orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, donde sostienen, a grandes
rasgos, la tesis de que el éxito o el fracaso de un país estriba en el cariz de
sus instituciones, de si son extractivas o inclusivas. El fracaso sería la
consecuencia del establecimiento de instituciones extractivas y el desarrollo de las inclusivas estarían en la
base del éxito.
Según
nuestros autores
Las instituciones políticas extractivas concentran el poder en manos de una
elite reducida y fijan pocos límites al ejercicio de su poder. Las
instituciones económicas a menudo están estructuradas por esta elite para
extraer recursos del resto de la sociedad.
Por el contrario
Las instituciones políticas inclusivas, que confieren el poder ampliamente, tenderían a eliminar
las instituciones económicas que expropian los recursos de la mayoría, levantan
barreras de entrada y suprimen el funcionamiento de mercados que solamente
benefician a un número reducido de personas.
Mi tesis vendría a ser que el sistema eléctrico español sería un buen
ejemplo de institución extractiva: Está en manos de un grupo muy reducido de
personas que, instaladas en el poder político o al amparo de este, expropia los recursos de la mayoría, levanta
barreras de entrada y suprime el funcionamiento de mercados. Así mismo el
sector eléctrico ha tenido un papel fundamental en el enriquecimiento y
formación de una élite que, gracias al poder que le otorga esa riqueza, ha
consolidado también su dominio político, colocando en el poder a aquellos que
eran más propicios a sus intereses, formándose así ese círculo vicioso entre
instituciones políticas y económicas extractivas del que Acemoglu y Robinson hablan:
La relación sinérgica entre las instituciones económicas y políticas
extractivas introduce un bucle de fuerte retroalimentación: las instituciones
políticas permiten que las elites controlen el poder político para elegir
instituciones económicas con menos limitaciones o fuerzas que se opongan.
También permiten que las elites estructuren las futuras instituciones políticas
y su evolución. A su vez, las instituciones económicas extractivas enriquecen a
esas mismas elites, y su riqueza económica y su poder ayudan a consolidar su
dominio político
Todo lo expuesto explicaría muy bien por qué los mercados influyen
en una parte
cada vez menor
del precio final de la energía, como sostenía David
Robinson: Porque esta institución está diseñada a prueba de competencia. Oferta
concentrada y demanda cautiva. De hecho sólo han entrado nuevos agentes en
escena a través del accionariado de las compañías ya existentes. Esto explicaría
también por qué los sucesivos gobiernos han tratado con exquisito cuidado los
intereses del sector: Porque tenían intereses en él o porque no podían
sustraerse a la presión y el influjo de quienes los tenían. Y explicaría, en
suma, por qué nuestra luz no deja de subir: Porque no hay nadie que lo impida,
puesto que el sector eléctrico es una institución creada para que unos pocos
extraigan recursos del resto de la sociedad con la connivencia, e incluso la
ayuda, del poder político.
Lo que el siguiente trabajo se propone es mostrar cómo se formó y
evolucionó esa institución hasta convertirse en lo que hoy es. Cómo un negocio que
a comienzos del siglo XX agrupaba de cientos de empresas quedó practicamente en manos de una
docena de ellas a mediados de los años treinta. Cómo personas muy influyentes
dentro del sector conspiraron y financiaron el golpe de Estado de Franco para
acabar con un gobierno contrario a sus intereses. Cómo consiguieron después que
el dictador les otorgase el monopolio del sector eléctrico durante más de 35
años para que dispusiesen de él a su antojo. Cómo de resultas de la falta de
eficacia y transparencia se llevaron a cabo inversiones desmesuradas que
habrían de llevar al sector a entrar en la democracia con una deuda abrumadora que al final caería
sobre las espaldas de los ciudadanos. Y, finalmente, como durante la democracia
no ha habido gobierno que no se haya prestado a atender generosamente las
demandas del sector: Los Planes Energéticos de la UCD, la socialización de
pérdidas socialista, la liberalización de beneficios privados de Aznar, las
burbujas de Zapatero o la consolidación del oligopolio de Rajoy. En suma un recorrido
en el que podremos ver cómo poder político y poder económico han caminado de la
mano hasta conseguir que nuestra luz sea la más cara de la Europa continental.
Para escribir esta historia he echado mano de docenas de artículos publicados
en revistas especializadas, de un buen puñado de monografías y de la prensa del
momento. Es decir, nada que no pueda encontrar cualquier persona con conexión a
internet. Lo novedoso de mi trabajo por tanto no son los hechos en los que se basa
(ampliamente contrastados), sino la sistematización de todo ese conocimiento disperso
y fragmentario para dotarlo de coherencia y enmarcarlo dentro de un paradigma explicativo:
el concepto de institución extractiva.
Espero que el viaje merezca la pena.
Hunterinbells, apunte para la versión definitiva. Las caras son de Bélmez. Saludos.
ResponderEliminarYa está subsanado. Muchas gracias por hacérmelo notar. Un cordial saludo.
ResponderEliminarUn lujo leerte,gracias
ResponderEliminarMuchas gracias. En breve más
EliminarEn ascuas me tienes, Hunterinbells, con todas las noticias que hay últimamente. A ver si podemos deleitar tu trabajo en breve, y así poder entender mejor estas cosas que pasan:
ResponderEliminarhttp://www.vozpopuli.com/actualidad/Anticorrupcion-Iberdrola-millones-manipular-precio_0_1025297622.html
Gracias por el comentario. El libro está por fin terminado. Sólo falta revisarlo. Espero poder colgar la primera parte en el blog dentro de un par de semanas. Gracias por la paciencia.
EliminarUn cordial saludo