lunes, 11 de enero de 2021

Psicología positiva: cómo convertir en ciencia la creencia

 


            En nuestra anterior entrega estuvimos viendo cómo se gestaron en Estados Unidos toda una serie de creencias sobre el éxito y la felicidad que confluyeron en lo que denominamos pensamiento positivo o ideología positiva. Hicimos un recorrido forzosamente rápido y emplazo a quienes quieran entrar en más detalles a que lean La vida real en tiempos de la felicidad: crítica de la psicología (y de la ideología positiva), de Marino Pérez, José Carlos Sánchez y Edgar Cabanas.

 

    Hoy, como dijimos, vamos a ir un paso más allá. Les voy a hablar de cómo todas esas creencias, que no eran nada más que lugares comunes y sabiduría convencional al servicio de un modelo socioeconómico determinado, van a ir obteniendo carta de naturaleza científica de la mano de un nuevo enfoque dentro de la psicología cognitiva: la psicología positiva[1].

           

    La psicología positiva empieza a cobrar forma en los Estados Unidos en la década de los noventa, en un contexto que va a marcar su desarrollo y sus aspiraciones.  Recordarán que el otro día les hablé de Francis Fukuyama y de su obra El fin de la historia publicada en 1992, que plasma de forma académica el sentir de toda una época: la historia había terminado, el modelo político (democracia) y económico (capitalismo) que los Estados Unidos representaban se había impuesto. Los Estados Unidos se hallaban, por fin, en la cima del mundo y pretendían sacar, con su luz, al resto de la humanidad de las tinieblas. La psicología positiva, como veremos, también participará de este mesianismo made in USA ofreciendo al mundo un modelo de felicidad.

 

    Ni que decir tiene que estos años están marcados por un optimismo irredento. Se consideraba que las políticas neoliberales en economía habían puesto a los Estados Unidos en la senda del crecimiento sin límites; se consideraba que la nueva economía, basada en las tecnologías de la información, pondría fin al trabajo mecánico y abriría la espita para el desarrollo de la creatividad y el talento. Son los años en los que el proyecto globalizador estadounidense empieza a extenderse como un nuevo Plan Marshall, consolidándose una oleada inversora sin precedentes en el sudeste asiático que terminará de incorporar esta zona a los flujos comerciales mundiales[2].

 

    Pues bien, en este contexto, como decimos, surge la psicología positiva. Y surge capitaneada, sobre todo, por Martin E. P. Seligman, un tipo brillante que había a cabo observaciones muy interesantes con animales en la universidad de Pensilvania. Estos experimentos les sirvieron para publicar, en 1975, un documentado estudio sobre lo que se ha dado en denominar “indefensión aprendida”. “Indefensión: en la depresión, el desarrollo y la muerte”, que así se titula dicho trabajo, es un libro muy sugerente en el que Seligman se propone estudiar las causas de la depresión que, según él, son en muchos casos mecanismos aprendidos que conducen al individuo a la indefensión y al abandono.

 

    Así las cosas, tras años de práctica terapéutica y reflexión Seligman se fue cansando del lado oscuro de la psicología y en un momento dado, según él mismo cuenta, vio la luz en el jardín de su casa conversando con su hija de cinco años:

 

En cuanto a mi propia vida, Nikki dio justo en el clavo. Era un cascarrabias. Había pasado 50 años básicamente soportando un clima húmedo en mi alma, y los últimos 10 años siendo un nubarrón en una casa llena de luz. Si había sido afortunado no era debido a mi mal humor, sino precisamente a pesar de él. En aquel momento, decidí cambiar.

 

 

En su viaje del lado oscuro al luminoso Seligman acabó llegando a la conclusión de que el mejor tratamiento contra la depresión era evitar que sus pacientes cayeran en ella, haciendo del optimismo la vacuna más eficaz. Así las cosas, igual que se podía aprender la indefensión, se podía aprender el optimismo, tema de su siguiente libro, publicado a comienzos de los noventa: Optimismo aprendido (traducido en España como Aprenda optimismo). En esta obra pone de manifiesto como

 

Cientos de estudios demuestran que los pesimistas se rinden más fácilmente y se deprimen con mayor frecuencia. Esos experimentos prueban también que los optimistas van mejor en los estudios, en el trabajo, y en el deporte. Sobrepasan regularmente los promedios en las pruebas de aptitud. Cuando los optimistas aspiran a un cargo, tienen más posibilidades de triunfar que los pesimistas. Gozan de una salud desusadamente buena. Envejecen bien, mucho más libres que el común de nosotros de los males físicos propios de la edad. La evidencia sugiere asimismo que podrán vivir más tiempo.

 

    De este modo, como quien no quiere la cosa, uno de los lugares comunes de la ideología positiva se había convertido en hecho científico demostrado por “cientos de estudios”. Curioso, ¿no? Máxime si tenemos en cuenta lo fácil que resulta, en muchos casos, confundir la causa con el efecto: ¿la buena salud ayuda a ser optimista o más bien uno es optimista porque goza de buena salud? Además, uno tiene la sensación, quizá porque es un taimado aguafiestas, de que aquí, como en otros muchos estudios científicos, al final  se acaba encontrando lo que se va buscando encontrar. También cabe la posibilidad de juguetear un poco con las estadísticas, algo que sucede en los estudios científicos con más frecuencia de la que pudiésemos pensar.  Como afirma el cirujano Antonio Sitges-Serra en su magnífico libro Si puede no vaya al médico,  muchos de los hallazgos estadísticamente significativos no son más que medias verdades fruto de la deriva cientificista y numerológica de la medicina contemporánea.

 

    Más allá de las dudas que miserablemente he estado sembrando sobre los fundamentos científicos de la psicología positiva, que a fin de cuentas pueden ser extrapolables a cualquier disciplina, hay un asunto que es el que realmente me hace recelar. Porque, a fin de cuentas, que algo no sea científico no implica que sea erróneo o perverso. Lo realmente inquietante es lo que, como digo,  deja caer también Seligman en Aprenda optimismo:

 

Esta modificación fundamental en el ámbito de la psicología se vincula de manera íntima con un cambio también fundamental en nuestra propia psicología. Por primera vez en la historia -debido a la tecnología y la producción masiva, a la distribución de la riqueza y otras razones-, muchas personas están en condiciones de medir significativamente su elección y, en consecuencia, ejercer un control sobre sus vidas. No es la menos importante de esas elecciones la referente a nuestros hábitos de pensamiento.

 

    “Elección”. Esa es la clave. Nos encontramos aquí con esa libertad de elección que constituye uno de los axiomas fundacionales del neoliberalismo y de la ideología positiva. Ya vimos el otro día cómo, dentro de esta última, pobreza y riqueza se consideraban una elección, basada en el esfuerzo y el control mental. Pues bien, esto último viene ahora a confirmarlo Seligman: podemos elegir nuestros hábitos de pensamiento. Podemos elegir ser pesimistas u optimistas. Podemos elegir ser felices o infelices. De este modo, concluirá, hay que despojar a las personas infelices del papel de víctimas y ponerles a buscar de forma activa su felicidad, del mismo modo que había que quitar a los pobres el papel de víctimas y ponerles a trabajar, sin más. Una idea ésta que había cobrado tanto fuerza en aquel momento, que llevaría a Bill Clinton, en 1996, a promulgar la ley que eliminaba la asistencia del Gobierno a los pobres, vigente desde los años que siguieron a la Gran Depresión, so pretexto de reducir su dependencia del Estado y ayudarles con ello a prosperar.

 

    Así las cosas, Seligman encaminó su trayectoria profesional a depurar las técnicas para adquirir inmunidad ante la depresión mediante la inoculación de optimismo y a medir los resultados (la cantidad de felicidad) en sus pacientes tras ser inoculados con esta nueva vacuna. Comienza así Seligman el gran giro copernicano en psicología, que habría de llevar a esta disciplina de rescatar a los enfermos mentales del pozo de sus miserias, a evitar que los sanos cayesen en él gracias al aprendizaje del optimismo y la positividad, pudiendo llevar así vidas mucho más significativas y gratificantes.

 

    En 1998 Seligman accedió a la presidencia de la Asociación Americana de Psicología y aprovechó su mandato para poner en valor este nuevo enfoque dentro de esta disciplina, al tiempo que, junto con Mihaly Csikszentmihalyi, empezaba a sentar las bases epistemológicas y los objetivos de esta nueva corriente. En un artículo publicado por ambos en enero de 2000, imbuidos de mesianismo milenarista, consideraban que la psicología positiva podría ofrecer al mundo una visión de la felicidad científicamente sólida, comprensible y atractiva, evitando de ese modo que el curso de los acontecimientos acabase llevando al resentimiento de los menos afortunados, al caos y la desesperación. En definitiva, están proponiendo, en los albores del nuevo milenio, convertir la psicología en un agente al servicio de la paz social:

 

A la entrada de un nuevo milenio, los americanos tienen por delante una oportunidad histórica. Estando solos en la cúspide del liderazgo económico y político, los Estados Unidos pueden continuar incrementando su riqueza material mientras ignoran las necesidades humanas de su gente y las de aquellos del resto del planeta. Esta deriva es muy probable que lleve al incremento del egoísmo, a la hostilidad entre los más y los menos afortunados, y finalmente al caos y a la desesperación.

 Las ciencias sociales y del comportamiento pueden desempeñar un papel de enorme importancia. Pueden desarrollar una visión de lo que es una buena vida que resulte empíricamente sólida al tiempo que comprensible y atractiva. Puede mostrar qué acciones llevan al bienestar, a individuos positivos y a comunidades más prósperas. La psicología debería ayudar a documentar qué clase de familias dan lugar a hijos que fructifican, qué entornos de trabajo proporcionan la mayor satisfacción entre los trabajadores, qué políticas dan lugar a un mayor compromiso cívico, y cómo se puede conseguir que la gente encuentre que su vida merece más la pena ser vivida.

 

    Esta corriente positiva desencadena dentro de la psicología un proceso análogo al que se da en la economía con el neoliberalismo: determinados fenómenos que son sólo convenciones con un origen histórico (el mercado competitivo o la prevalencia del optimismo, por poner un par de ejemplos) se intentan transformar en fenómenos objetivos con un origen natural. Del mismo modo que la economía expide las recetas “científicas” para que los países sean prósperos, o no se queden atrás en el proceso globalizador, la psicología pretende expedir las suyas para que los individuos se sientan felices y no se queden atrás en un entorno donde prima el desarrollo y el fortalecimiento permanente.

 

    Los esfuerzos de Seligman y Csikszentmihalyi en el campo de la psicología positiva en post de conseguir un estudio científico del bienestar subjetivo y la felicidad, les llevaron a establecer las virtudes y fortalezas que identifican los signos y síntomas de la positividad, algo parecido a lo que hace el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales con los signos y síntomas de la enfermedad. Aquí nos encontramos, fíjate tú por donde, con muchas de las virtudes señaladas previamente por la ideología positiva como escalones para ascender hacia el éxito y la felicidad: coraje, expectativas futuras, optimismo, destrezas interpersonales, fe, compromiso con el trabajo, esperanza, honestidad, perseverancia y la capacidad para la introspección y la armónica concentración.

 

    El estudio de la felicidad llevó a Seligman a publicar en 2002 su libro “Auténtica felicidad[3], en el que se propone identificar las diferentes formas de felicidad a las que puede aspirar el ser humano, así como los medios para promoverlas. Esto le lleva a establecer una clasificación de las distintas formas de felicidad y de las virtudes y fortalezas relacionadas con esos distintos tipos propuestos (sociabilidad, gratitud, altruismo, etc.), al tiempo que diseña los métodos con los que medir la incidencia de éstas en el resultado final. En definitiva, el objetivo de Seligman no es otro que identificar, predecir y producir de forma científica las causas de la felicidad. Ahora bien, ¿es esto posible? ¿Se puede llegar a conclusiones objetivas sobre las diferentes percepciones subjetivas de la felicidad? Según nuestro autor sí, pero el observador atento no me negará lo sospechosamente parecidas que son sus conclusiones a las propuestas por la ideología positiva. Veámoslo.

 

    En primer lugar, Seligman plantea lo que podríamos denominar vida placentera, caracterizada por el disfrute de los placeres, las emociones y las relaciones sociales. Según él, este tipo de felicidad (que encaja bastante bien con la idea de felicidad asociada a la riqueza y el éxito) no es la más importante. En primer lugar, porque viene muy determinada por la herencia (no me queda claro si genética o material); en segundo lugar, porque con su disfrute va perdiendo intensidad; y en tercer lugar porque no permite dotar al individuo de herramientas para alcanzarla. Es decir, que la gran conclusión que extraemos de este tipo de vida feliz, que es el ideal de felicidad americano por antonomasia, es que está al alcance de muy pocos y, además, la psicología positiva no puede hacer prácticamente nada al respecto. Qué bajón, ¿no?

 

    Pero el que no se consuela es porque no quiere. Y aquí viene el bueno de Seligman a presentarnos su segundo tipo de vida feliz: la vida buena. No todo es placer y emociones. Hay una felicidad que va más allá de todo eso en el desarrollo personal, el crecimiento a través del cultivo de alguna destreza artística, científica o profesional, alcanzando a través de ello la sensación de conexión y armonía con uno mismo y con cuanto le rodea (el flow). Es decir, el gran mensaje que nos trae aquí la psicología positiva es que ya no hace falta que seas un magnate asquerosamente rico para ser feliz: basta con que tengas un don, con que disfrutes de tu trabajo. Pero… ¿Qué ocurre si tu trabajo es un trabajo extenuante y mecánico en un almacén de logística? Pues también. Porque igual es que no te has dado cuenta de lo enormemente afortunado que eres y de lo agradecido que tienes que estar. Tienes que ejercitar tu gratitud. Ahí entramos en la siguiente vida feliz.

 

    El último tipo de vida feliz, y para Seligman la más importante, es la vida con sentido. Esta vida consiste en conocer tus puntos fuertes y ponerlos al servicio de algo que esté más allá de uno mismo: un ideal, una fe, una comunidad. Este sería, a mi modo de ver, el consuelo al alcance del común de los mortales, los que ni son ricos, ni exitosos, ni tienen ningún don especial: consolarse pensando que forman parte de una instancia superior a la cual se entregan y que gracias a ellos prospera; bien sea una asociación, una congregación, una nación. Si el lector no ve aquí una fabulosa invitación al conformismo gregario me rindo.

 

    He estado hablando prácticamente todo el rato sobre Seligman porque es, a mi juicio, el gran promotor de la psicología positiva y también, por qué no decirlo, al que mejor conozco. Me sedujo con Indefensión, me descuadró con su idea del optimismo aprendido y al final consiguió ponerme en guardia con su obstinación con el optimismo, las emociones positivas y la felicidad. Sin embargo, hay otros muchos autores dentro de esta corriente, no solo en Estados Unidos, sino también en España. Voy a citar muy de pasada unos cuantos para que el lector se haga una idea de por donde van los tiros.

 

    Mencionamos ya a Csikszentmihalyi, autor de  Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad, en el que relata varios modos de alcanzar la felicidad entre los que destaca el flow, una especie de inspiración, concentración o absorción completa en la actividad o situación en la que uno se encuentra. Algo que, me temo, vale igual para un jugador de ajedrez que para uno de Candy Crush.

 

    También tenemos a Barbara Fredrickson y Sonja Lyubomirsky, que diseñan modelos matemáticos sustentados en cuestiones de carácter fisiológico y genómico, para demostrar cómo pequeñas actitudes positivas provocan un crecimiento progresivo de la positividad que puede ser, además, expresado mediante una “ratio de positividad”. Esta idea de que la positividad genera positividad es vieja como la sal. Por muy envuelta que venga en ropaje científico, no deja de recordar a los ritos de magia simpática en virtud de los cuales lo similar atrae a lo similar. No dicen nada que no dijese hace ya más de cuatro siglos San Juan de la Cruz, quien afirmaba que donde no hay amor, por amor y sacarás amor. Lo que pasa es que hoy en nadie puede arrogarse respetabilidad académica apelando a un discurso mítico o místico, de ahí que lo presenten envuelto en el papel de un prospecto.

 

    En España tenemos fervientes seguidores de esta corriente de la psicología positiva. Dentro del campo cercano al de la magia simpática destaca el libro de Marian Rojas Estapé titulado “Cómo hacer que te pasen cosas buenas”, que no es sino un libro de moral (o moralina) revestido de conceptos científicos. Así Marian, por ejemplo, después de explicar el funcionamiento del sistema reticular activador ascendente (SRAA) concluye que “a la mayor parte de las personas que no le suceden cosas interesantes en su vida es por una razón muy sencilla: no saben qué quieren que les suceda” y justo en la página siguiente remata: “Si deseas algo -con cierto realismo- de verdad y lo imaginas con fuerza puedes conseguirlo”. [págs. 110-111]. Claro que sí, puedes conseguirlo o no conseguirlo, pero uno tiene que ser optimista, porque ser pesimista es como ser uno de los niños malos que salen en la Enciclopedia Álvarez: “El optimista te mira a los ojos, habla de corazón a corazón; el pesimista mira el suelo, encoge los hombros y se olvida de comunicar con el corazón” (pág. 114).

 

Tenemos también al doctor Mario Alonso Puig, cuyo libro “Reinventarse: tu segunda oportunidad” sería un buen ejemplo de gestión de las herramientas para la consecución del “yo ideal”, al que él denomina “verdadero ser”. También como médico es frecuente verle hablar de los beneficios del optimismo sobre la salud. La validez científica de sus afirmaciones a mi me resulta, cuando menos, curiosa. Y las conclusiones que pueden desprenderse de sus afirmaciones pueden viciarse con suma facilidad: no nos tiene que preocupar que la sanidad sea deficiente, que las listas de espera retrasen los tratamientos... Nada, nada. Lo importante es tomárselo todo con buen humor para que la cosa vaya bien. Esto me ha traído a la memoria un párrafo de Robert M. Sapolsky en su excepcional libro ¿Por qué las cebras no tienen úlceras? Dice así:

 

Si erróneamente creernos que tenemos el poder de impedir o curar el cáncer mediante un pensamiento positivo, podemos llegar a creer que es culpa nuestra que nos estemos muriendo. Los defensores de esta nociva exageración de la relación entre psicología y salud no siempre pertenecen a grupos de marginales lunáticos; entre ellos hay influyentes trabajadores de la salud cuya titulación médica parece avalar sus extravagantes afirmaciones (pág. 206).

 

    Finalmente tenemos a Rafael Santandreu, con su libro “El arte de no amargarse la vida”. Santandreu se arroga para sí y para su libro el halo reverencial de la ciencia que niega a otras escuelas de psicología apelando, además, a la eficacia de manera muy similar a como lo haría un anuncio de detergentes: “Lo que vamos a ver a continuación es el abecé de la terapia cognitiva […], la escuela de psicología con base científica  y la que ha sido mejor respaldada por estudios de eficacia comprobada” (pag. 18).

 

    Santandreu, como buen predicador de esta congregación, receta a sus lectores generosas dosis de placebo o autoengaño (del que tanto despotricó Freud), y tiene todo un capítulo dedicado al “Piensa bien y te sentirás mejor”, que bien podría ser la divisa de este grupo. También muy en la línea del clan sostiene que si tu vida es un drama no es por que el mundo exterior sea hostil, sino porque eres un debilucho que todavía no ha entrenado su mente lo suficiente: “Las personas mentalmente fuertes tienen mucho cuidado de no dramatizar jamás sobre las posibilidades negativas de su vida y ahí está la fuente de su fortaleza” (pag. 36).

 

    Como les dije, no puedo evitar tener la impresión de que todo esto, al final, no son sino muchos de los consejos morales propios de la ideología positiva sistematizados y estructurados de acuerdo con el lenguaje matemático y científico. En el mejor de los casos suponen cuidados paliativos para un hombre postmoderno cercano a su estado terminal: ya que no está previsto que mejore la vida de la gente, por lo menos inyectemos buenas dosis de positividad para que mejore su experiencia subjetiva de felicidad. El autoengaño de toda la vida convertido en disciplina académica. Como dice Barbara Henreich en “Sonríe o muere

 

Si fuera cierto que las cosas van realmente mejor y que la tendencia del universo es siempre hacia la felicidad y la abundancia ¿Por qué habríamos de molestarnos en pensar de forma positiva? Hacerlo es reconocer que no nos creemos del todo que las cosas vayan a mejorar por si solas. La práctica del pensamiento positivo se dirige a reforzar tal creencia frente a las muchas pruebas que la contradicen.

 

    A mi me parece una filfa. No obstante, a quien le sirva para hacer más llevadera una existencia llena de ansiedad y sinsabores, o para consolarse pensando que es feliz o que puede llegar a serlo, que lo compre. Nada que objetar.

 

    Ahora bien, en el peor de los casos, todo este empeño entraña algo todavía más peligroso: La versión refinada (o readaptada conforme a un lenguaje científico) de la ideología positiva, en virtud de la cual si el individuo no encaje en el sistema no tiene nada que ver con el sistema, sino que es responsabilidad exclusiva del individuo, pues todavía no ha encontrado sus potencialidades, no ha sabido sacarlas partido, o no ha sabido dar un sentido a su vida. Si el 10% de la población toma antidepresivos es porque son unos blanditos, no porque su entorno sea asfixiante.

 

    Por tanto, como vemos, remedios, lo que se dice remedios, la psicología positiva no propone nada que vaya más allá de la fe en que las cosas van a ir bien. Ahora bien, con la excusa de la felicidad, por el camino nos cuelan esa personalidad optimista, confiada, extrovertida, creada por la ideología positiva, como modelo de yo ideal al que todo el mundo debe aspirar. Es decir, personas estupendísimas de haberse conocido diciendo al vulgo que si no son felices no es porque no tengan trabajo o su trabajo sea una mierda; porque los problemas se les amontonen como los recibos; porque llevan tres meses esperando un escáner por un bulto y les come la ansiedad porque todavía no les han llamado. No, no. Si no son felices es porque no visualizan, su mente es débil y se deja arrastrar al drama, provoca torrentes de cortisol que lentamente se come sus células como si fuesen un filete en Cocacola. Y todo eso, claro está, no es culpa ni del mercado laboral, ni del desigual reparto económico, ni del maltrecho sistema de salud: es culpa exclusivamente suya que es un cenizo. 

 

    De este modo, con ese empeño aparentemente inocuo en el optimismo y la felicidad, quedan reforzados esos mecanismos de control de los que hablamos en nuestro anterior artículo, en virtud de los cuales en un mundo lleno de posibilidades si usted no es feliz es porque todavía no ha hecho lo suficiente para tener su propia experiencia positiva de bienestar subjetivo.



[1] Entre nosotros: la psicología positiva me recuerda un poco a los gorrinos. Del mismo modo que a éstos les das de comer sobras y luego se convierten en jamones, la psicología positiva se alimenta de tópicos que luego convierte en hechos científicos.
 
[2] No descuerno la flor si les cuento que los supuestos neoliberales basados en a desregulación y la globalización no hicieron sino volver la economía más volátil e inestable; que la inversión en el sudeste asiático acabaría en una crisis morrocotuda en 1997; que la nueva economía desencadenó la burbuja puntocom recién iniciado el siglo; y que esa manía de los caciques estadounidenses de andar gobernado a todo el mundo, dando patadas a cualquier avispero, les acabó estallando en la cara un 11 de septiembre.
 

[3] De la versión española ha desaparecido el subtítulo original, que rezaba algo así como Usar la nueva psicología positiva y descubrir tu potencial para una realización duradera


55 comentarios:

  1. Buenas,

    Te voy contestando sobre la marcha, sin haber terminado de leer el artículo, ya que si no se van a juntar muchas cosas. Vamos al tema y a ver si conseguimos descubrir cual es el núcleo de nuestras discrepancias, sin pretender resolverlas.

    Dices "¿la buena salud ayuda a ser optimista o más bien uno es optimista porque goza de buena salud"

    Es un comentario muy acertado e incisivo, pero puedo asegurar que los investigadores en psicología ya han pensado en ello. No simplemente se limitan a realizar estudios donde tratan de observar que comportamientos se relacionan con una mayor percepción de felicidad, sino que luego se trata de ver si en personas que no siguen habitualmente ese comportamiento su percepción de felicidad mejora si lo siguen. Así que por ejemplo, si la recomendación es trabajar menos, no sería simplemente ver que quien trabaja menos es más feliz, xq se podría decir ¿es más feliz xq trabaja menos o trabaja menos xq es más feliz? Luego se coge a gente que trabaja mucho, y se le invita a trabajar menos, si mejora su percepción de felicidad será difícil argumentar que las personas con una constitución que les hace ser más felices tienden a trabajar menos, más bien todo apunta a que es trabajar menos lo que hace a la gente felices.

    En algunos casos, como por ejemplo recomendaciones respecto al ejercicio físico, o la meditación, se tienen datos más precisos, por ejemplo se sabe que producen neurotransmisores que tienen un cierto efecto en el cerebro, o que se activan ciertas áreas cerebrales, ello aporta más datos que permiten establecer el vínculo causal de forma más certera. Para otras variables ello no es posible, por ejemplo, si la recomendación es ser altruista, es complicado ver lo que pasa en el cerebro cuando una persona está siendo altruista, porque ello es algo que por definición tiene que ser espontaneo. Bueno, evidentemente esto no es física, no hay que tomarlo como tal, la discusión es si la metodología aporta o no aporta, y a mí me parece obvio que sí que aporta.

    Salud,

    Luego sigo, que precisamente ahora voy a hacer algo de ejercicio ;-)

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    1. Muchas gracias Jesús por la abundante profusión de comentarios. Si pretendías convertirte en el lector del mes, te has convertido ya en el lector del año.

      En cuanto a la validez de los estudios llevados a cabo por la psicología positiva no estoy en condiciones de hacer un metaestudio para ver hasta qué punto su metodología es científica o no. Te remito a los que sí lo han hecho y han concluido que tiene mucho más de cientifismo que de ciencia cuando de algo que no sea demostrar lo obvio se trata. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5573449&orden=0&info=link

      Existen numerosísimas corrientes dentro de la psicología que se arrogan bastante menos el papel de científicas han podido demostrar con estudios que sus intervenciones funcionan: psicodinámica, cognitivo conductual, existencial, sistémica, humanista, psicoanalítica. ¿Entonces por qué esa manía y ese tic constante de presentar sus postulados como científicos mientras se lo niegan al resto? Si el criterio que aplicamos como base de su cientificidad es que producen mejorías en los pacientes, entonces las demás son tan científicas como ella.

      https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7095598&orden=0&info=link

      Muchos de los estudios a los que se refiere la PP no han sido llevados a cabo por esta corriente, sino que sencillamente se aprovecha de ellos para justificar sus tesis. Hay neurólogos, psiquiatras, neurocientíficos, biólogos que basan sus conclusiones en concepto menos difusos, lábiles y subjetivos que el de felicidad.

      Robert Sapolsky, al que cito, sería uno de ellos. Muchas de las cuestiones fisiológicas que aducen los psicólogos positivistas (ejercicio, concentración, relajación inducida, etc.) habían sido ya puestas de manifiesto mucho antes. El libro de Sapolsky es de 1994 y ya hablaba de los beneficios de dar al cerebro un buen baño de glucosa y endorfinas haciendo deporte como manera de liberarlo del estrés. Por poner un ejemplo.

      Mañana sigo. Lo dicho, muchas gracias




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    2. Buenas,

      No preocupa quién haya descubierto qué, me preocupa que sea una recomendación útil.

      He echado un vistazo al artículo que enlazas, parece que no ha sido publicado en revista académica, de hecho el tono del resumen es poco académico, casi parece de blog. Aún así quizás lo lea, xq me interesa bastante el tema de la felicidad. Gracias.

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    3. Es una publicación del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, el órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos y de los Consejos Autonómicos. Está incluida en las bases de datos: Redalyc, PsycINFO, Clarivate Analytics (Emerging Sources Citation Index), SciELO Citation Index, Psicodoc, In-RECS, ISOC (Psedisoc), del DOAJ (Directory of Open Access Journals) Elsevier Bibliographic Database: SCOPUS, IBECS, EBSCO y Dialnet. Creo que podemos confiar en él como fuente fiable.

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  2. Citas

    "A la entrada de un nuevo milenio, los americanos tienen por delante una oportunidad histórica. Estando solos en la cúspide del liderazgo económico y político, los Estados Unidos pueden continuar incrementando su riqueza material mientras ignoran las necesidades humanas de su gente y las de aquellos del resto del planeta. Esta deriva es muy probable que lleve al incremento del egoísmo, a la hostilidad entre los más y los menos afortunados, y finalmente al caos y a la desesperación."

    Me parece una cita muy antisistema ¿necesidades humanas por encima de riqueza material? Muy bien por Seligman. No parece un capitalista al uso, reconoce que los mercados no satisfacen necesidades "necesariamente" Antisistema peligroso este Seligman.

    Soy un poco sarcástico, sin mala intención, reconozco que no sé nada de Seligman, leo lo que tú pones.

    Salud,

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    1. En esta cita no leo nada de los mercados. Leo solo lo que pone. Y pone que los Estados Unidos pueden continuar incrementando su riqueza material. Lo cual llevará hostilidades, caos y desesperación. No dice que pueden esto o lo otro. Dice sencillamente que pueden y que llevará aparejados inconvenientes. Y ahí esta la psicología positiva para ayudarles a resolverlos. No veo por ningún lado un llamamiento a cambiar el modelo. Sencillamente se da por hecho que va a seguir así y esta disciplina se ofrece como remedio.

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    2. Buenas Goyo,

      Dice claramente "pueden continuar incrementando su riqueza material mientras ignoran las necesidades humanas". Ese es el camino que Seligman da por hecho es el camino trillado "Incrementar la riqueza material ignorando las necesidades humanas" Es antisistema, puesto que reconoce que la riqueza material y los mercados que la proporcionan no satisfacen necesidades humanas.

      Salud,

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    3. Bueno, yo ahí, hago una interpretación más arriesgada y literal: podemos, claro que podemos. Con la ayuda de la psicología positiva. La psicología positiva posibilita que ese proceso insoslayable de enriquecimiento material selectivo sea más llevadero para los que no puedan acceder a él.

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    4. Hombre, yo no diría que eso es literal, más bien creo que estás malinterpretando lo que dice Seligman. La psicología positiva afirma que por encima de cierto nivel de riqueza acumular más no proporciona felicidad. En ningún momento dice que alguien privado por completo de recursos deba ser feliz. La conclusiones de la psicología positiva son progresistas, ya que refutan con evidencias científicas, que la organización social a través del mercado pueda ser la mejor forma de organización. Muy al contrario, proporciona evidencias para limitar la acumulación de riqueza.

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  3. Dices "Esta corriente positiva desencadena dentro de la psicología un proceso análogo al que se da en la economía con el neoliberalismo: determinados fenómenos que son sólo convenciones con un origen histórico (el mercado competitivo o la prevalencia del optimismo, por poner un par de ejemplos) se intentan transformar en fenómenos objetivos con un origen natural."

    Yo no diría eso. No diría que la psicología positiva intenta transformar una convención en algo objetivo. La felicidad es subjetiva, nadie lo niega. Y las recetas que se dan son guías, no es la ley de la gravedad. por ejemplo, podríamos preguntarnos ¿la felicidad es independiente de la cultura? No parece. Para un cazador recolector la felicidad pueda ser tener algún objeto más para jugar, en la sociedad moderna quizás hacer algo más de lo que hacía el cazador recolector... y no será igual para cada individuo. Esto son reglas de dedo. Incluso lo más científico, aquello en lo que se puedan detectar movimientos de neurotransmisores, activación de zonas del cerebro, variará con la fisiología individual... esto son reglas de dedo ¿son útiles? Sí ¿Son arbitrarias? No. Se dan después de seguir una investigación con una metodología. Ese es el punto ¿Xq en vez de suponer que se sigue una agenda política, aceptamos que se sigue la metodología que parece más útil para el problema en cuestión, y que la persona lo engrandece un poco, como hacen casi todos los humanos con aquello que se atribuyen? ¿Qué otra metodología seguirías tú? ¿Cómo afrontarías tú este problema tan importante?

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    1. No supongo ninguna agenda. Pero que me hablen del valor de la fe, la esperanza y la caridad no me suena a ciencia, me suena a moral. Y pretender hacer ciencia de cuestiones morales no es sino pretender convertir un discurso ideológico en científico. Al margen de las implicaciones políticas que esto conlleve.

      A mi no me parece mal que se hable de moral. Pero que se hable de moral desde presupuestos morales. Lo que me rechina es que todo esto se quiera bendecir con agua destilada utilizando como hisopo una pipeta de laboratorio.

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    2. Hay un neurólogo, Boris Cyrulnik, ha escrito un libro "Psicoanálisis de Dios", sostiene que los creyentes son más resilientes y trata de explicarlo. Quizás la explicación no sea científica, pero el dato es un hecho... se trata de hablar de hechos, y nótese que estamos hablando de "fe", una de las palabras que tú has mencionado.

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  4. "la psicología pretende expedir las suyas para que los individuos se sientan felices y no se queden atrás en un entorno donde prima el desarrollo y el fortalecimiento permanente."

    No me parece mal, la cuestión no es la pretensión, sino los resultados.

    Respecto a quedarse atrás, y el fortalecimiento, es importante no confundir éxito con felicidad. No son cosas que vayan de la mano, ni mucho menos, sino todo lo contrario, aunque parezca anti-intuitivo.

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    1. Hablar de resultados es hablar de metodología. Ya comenté cómo otras muchas terapias funcionan con menos ínfulas cientificistas. Y también conviene tener en cuenta el experimento de Stanley Milgram sobre obediencia a la autoridad a la hora interpretar los resultados.

      En lo de éxito y felicidad estoy totalmente de acuerdo. Aunque según lo que entendamos por éxito. Para la ideología positiva el éxito lleva a la felicidad. La psicología positiva refina este postulado y lo transforma en “el verdadero éxito es ser feliz”, con lo que alcanzar la felicidad ya es un éxito.

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    2. La psicología cognitivo conductual que tú has mencionado sí sostiene que es la terapia más científica, aunque no se ocupa de un aspecto tan esencial como el inconsciente.

      Una de las afirmaciones más interesantes de la psicología positiva es que el dinero no da la felicidad. Socialmente se considera éxito al dinero. Un futbolista, un cantante... un ebanista que haga muy bien su trabajo no es considerado exitoso

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    3. Eso de que el dinero no da la felicidad es muy matizable. Ahí lo único que tengo por seguro es que el dinero que no da la felicidad es el que está en manos de otro. Además, también denpende de si tienes que quemar la vida para conseguirlo tú o te lo dan ya conseguido. Si te dan el dinero conseguido ya, amén de cierta educación, te quitas muchos de los traumas, zozobras y estigmas que la falta de dinero suele llevar aparejados. Con eso quizá no seas feliz, pero estás bastante más cerca de poder serlo que el que constantemente se ve invadido por el estres inherente a la falta de medios.

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    4. Para ser más precisos afirma que por encima de cierto nivel de renta esta no da la felicidad

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  5. "coraje, expectativas futuras, optimismo, destrezas interpersonales, fe, compromiso con el trabajo, esperanza, honestidad, perseverancia y la capacidad para la introspección y la armónica concentración."

    Yo creo que la psicología positiva señalaría las destrezas interpersonal y la capacidad de introspección. El resto creo que está superado, y fíjate que el libro es reciente...

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    1. ¿Superado? Me temo que ese es el verdadero tuétano de la psicología positiva. Otra cosa es que tu lo des por superado porque te suena a rancio y cojas las que más te gustan. Pero la importancia de la fe en le bienestar es uno de los te mas capitales de esta escuela

      https://www.researchgate.net/profile/Joaquin-Garcia-Alandete/publication/262562184_Psicologia_positiva_felicidad_y_religiosidad_SPANISH/links/0f31753832417b6d7c000000/Psicologia-positiva-felicidad-y-religiosidad-SPANISH.pdf

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    2. Yo hablo de lo que conozco, que son Laurie Santos o Tal-Ben Sahar. Que yo sepa no hablan de fe, de eso habla Cyrulnik, pero desde la neurociencia, no la psicología. Lo que sí dicen es ser agradecido, es decir, estar agradecido con lo que se tiene, lo que sí tiene una vertiente conformista si se entiende en un sentido muy literal.

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    3. He estado escuchando a Laurie Santos [https://www.youtube.com/watch?v=23gcr-D6Los&t=216s] y a Tal Ben-Shahar [https://www.youtube.com/watch?v=ghndoTtjVaE] en el espacio aprendamos juntos de BBVA. Tienes razón. Ellos no hablan de religión. Ellos hablan de cosas que son viejas como la sal y que ahora se han confirmado de manera “científica”. Que el ser humano necesita socializar está inserto en la antropología aristotélica del zoon politikon. El poder terapéutico del ejercicio y el sueño tampoco es un gran hallazgo. Y luego un asunto como el de la gratitud…, promovido por el BBVA, no sé…es como por un lado creamos inestabilidad, precariedad y zozobra con el tipo de sistema económico que propugnamos y defendemos, para luego pedir a la gente que se ejercite en la gratitud, la calma y la generosidad. Sospechoso, ¿no?

      En cualquier caso, Laurie me parece muchísimo más aceptable que Ben-Shahar. Tiene un podcast [https://www.happinesslab.fm/] que me parece interesante. Creo que aborda el asunto con más sentido crítico y humildad que Sen Shahar, que me parece un vendedor de humo consumado: la ciencia de la felicidad nos dice cosas de sentido común. Guay. ¿Qué es lo próximo? ¿Respirar alarga la vida? Y su perorata mística sobre el aprecio y sobre el tipo de personalidad más feliz, más optimista y más sana están dentro, a mi modo de ver, de lo más canónico y discutible de la psicología positiva.

      Que la ciencia de la felicidad nos diga que podemos ser más felices significa aceptar

      1) Que tenga sentido establecer un modelo de felicidad al cual hay que ajustarse

      2) Que existe un método para acceder a ese tipo de felicidad

      3) Que existen estudios que han llegado a la conclusión de que ese método y ese modelo son los adecuados y no a la inversa: que se parte ya de un modelo y unas premisas que se buscan corroborar con estudios científicos.

      Y Jesús, yo te quiero un montón, para mi eres un hermoso enemigo de los que habla Ben-Shahar citando a Ralph Waldo Emerson, pero yo con ese sapo no puedo. Como expuse en el capítulo precedente ni el modelo es unívoco, ni el método es neutro: todo estaba creado de antemano por la ideología positiva.

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    4. Y ojo, que en la gratitud también hay un componente religioso insoslayable. Es uno de los deberes del cristiano, según San Pablo: orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:18). ¿Nueva conversión de la creencia en ciancia?

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    5. Bueno, quizás para ti los hallazgos sean triviales, para mí por el contrario son muy interesantes y significativos. Fíjate lo importante que puede ser para mucha gente que es infeliz por culpa de buscar el éxito, poder descubrir esta perspectiva, y descansar, y estar a gusto con lo que tiene, que puede ser suficiente... xq sino lo que estamos alentando es una carrera de ratas. Y parece que hay gente que está contenta con esa carrera. Pero esa carrera de ratas yo no la veo ni deseable, ni progresista ni nada. Y no me vengas con que hay gente que no tiene nada, xq sabes q no va de eso. Es un requisito llegar a cierto nivel, es lo mismo que dijo un progresista y que ya cité en el programa Galbraith. Es exactamente la misma conclusión que "La sociedad opulenta" A partir de cierto nivel, no aporta nada, pero en ningún momento se niega que hay que llegar a cierto nivel. Lo más dramático es que esa carrera de ratas hace infelices a los ganadores y a los perdedores, además de destruir todo a su paso, en especial los bienes PÚBLICOS.

      Me parece que Galbraith no es sospechoso, y me causa tristeza que personas que os decís progresistas defendáis que la vida debe ser una carrera de ratas y cuestionéis los hallazgos de la psicología positiva.

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  6. Dices "Si el lector no ve aquí una fabulosa invitación al conformismo gregario me rindo." Bueno, entregarse a la revolución socialista encaja dentro de lo que has escrito. Lenin y el Ché, entiendo que fluían con lo que hacían. Eran apasionados de lo que hacían.

    Las relaciones sociales y el sentido de vida que propone Seligman, al parecer y según postula la psicología positiva sí tienen relación con la felicidad. El éxito no.

    Fíjate que estás planteando la felicidad de una forma muy contradictoria. Postulas que alcanzar una posición de estatus es ser feliz, pero es imposible por definición que todos alcancemos esa posición. Incluso en una sociedad socialista ideal, donde se cumpliese el ideal socialista de que todos tuvieran un Mercedes ¿para qué serviría? Un Mercedes no aporta nada si no puedes enseñarselo a tu cuñado, y eso siempre que él tenga un coche básico. Si de repente todos lo tenemos se da la suma cero... por tanto el objetivo no es ese, y esto no es ser conformista. Nunca en una sociedad humana todos tendremos el mismo status, independiente que el status se consiga por ser rico, por follar mucho, por ser muy alto, por ser muy bajo, por tener los pies planos... y no existirá una sociedad sin estatus, porque tenemos preferencias... por tanto el objetivo no debe ser que todos tengan el mismo estatus.

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    1. "Postulas que alcanzar una posición de estatus es ser feliz". Creo que no he afirmado eso. En todo caso no haberla alcanzado o ver como otros la alcanzan puede hacerte infeliz. Y sí, tienes razón en que el objetivo no debe ser que todos tengan el mismo estatus, sino que todos tengan las mismas oportunidades. Y eso es lo que se está perdiendo. Y lo que me jode es que encima los que han caído de pie te cuenten la milonga del esfuerzo y de que si no lo has conseguido no es por falta de oportunidades, sino porque no has visualizado bien o no sabías bien lo que querías.

      Yo tuve muchísima suerte porque a pesar de ser un niño enclenque y un estudiante del montón, tuve un sistema de salud que tiró de mí y un sistema de becas que me permitió dedicarme íntegramente a los estudios. Al final con el tiempo he tirado para adelante y no me he quedado descolgado. ¿Eso se ha debido a mi perseverancia? En parte. Pero otra parte quizá mucho más importante fueron las oportunidades que tuve a pesar de no haber nacido de la pata del Cid. Pues bien, hoy en día hay muchísimos chavales que sencillamente no tienen esas oportunidades. Y lo que necesitan son oportunidades, no que nadie les meta en la cabeza que si fracasan es por su culpa.


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    2. Estoy basicamente de acuerdo contigo, pero fíjate que siempre hablas de "fracaso", y esto no es felicidad. Creo que uno de los grandes problemas es que, o xq tú no distingues, o xq realmente se han mezclado, estás tomando afirmaciones del pensamiento positivo (que es la New Age), de libros como El Secreto, que más o menos lo que dicen es que puedes alcanzar todos tus deseos. Sin embargo, lo que dice la psicología positiva no es esto, habla más bien de no esforzarse demasiado en el trabajo una vez alcanzado cierto límite, y de ser agradecido con lo que se tiene.

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    3. Tienes razón, parto de la premisa socialmente dada de que felicidad=exito, infelicidad=fracaso y a veces uso los términos con cierta promiscuidad. Mea culpa. Pero no, el éxito no es alcanzar todos tus deseos: eso es una maldición china.

      En cuanto a lo de ser agradecido con lo que se tiene...depende de lo que se tenga. Si no tienes nada más que miseria y problemas igual ser agradecido roza el masoquismo. Por cierto, mira que estudio más majo acabo de encontrar que correlaciona sensación de bienestar con nivel de ingresos. Está recién salido. Con la tinta todavía fresca. https://www.pnas.org/content/118/4/e2016976118

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    4. Parece que está claro que eres un socialista de la vieja escuela. Todos tenemos que tener un Mercedes. Carrera de ratas a la vista, me temo.

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  7. "Algo que, me temo, vale igual para un jugador de ajedrez que para uno de Candy Crush."

    Al de Candy Crash se le queda mala conciencia, se divide, se neurotiza. No es lo mismo. Xq cuando deja de jugar Candy Crash ve todo lo que no ha hecho por hacer eso, fregar los platos, estar con amigos, estudiar, trabajar, pasear con su pareja... salvo que se dedique a ello profesionalmente.

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    1. Esto es solo un hiperbaton para mostrar cuan maleables son los conceptos que maneja la psicología positiva.

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  8. Lo de Barbara Fredrickson y Sonja Lyubomirsky es un poco absurdo ¿por qué habría q ser positivo? Más bien el objetivo sería ser realista, o quizás, un poco más allá, realista y desapegado. Lo que predicaban los estoicos o los budistas.

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    1. Totalmente de acuerdo. Cuanto más ajustada este nuestra perspectiva a la realidad más precisa será la información que tengamos a la hora de tomar decisiones.

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  9. “Si deseas algo -con cierto realismo- de verdad y lo imaginas con fuerza puedes conseguirlo” esto es New Age. El New Age postula que el hombre es Dios. Las religiones seculares postulaban que había una parte divina en el hombre, pero el New Age tomó la parte por el todo. No es psicología positiva, según lo que yo creo.

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    1. Lo que me doy cuenta es que tú coges determinadas cosas de la ideología positiva que te suenan bien y las extrapolas a toda la corriente. Lo que te suena raro lo desechas como new age. Y no. Aunque algunas cuestiones de las planteadas por la psicología positiva puedan tener sentido, hay otras muchas que no lo tienen y no por eso dejan de estar dentro de la psicología positiva.

      En este caso, todo esto que te choca tanto, lo ha dicho una psiquiatra con número de colegiado 2862279, no un chamán cósmico de una playa nudista de Ibiza

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    2. Una cosa es que sea psiquiatra, y otra que sea una psiquiatra reconocida. Yo puedo adscribirme a un nuevo movimiento llamado "Ingenieros guays", xq soy ingeniero, pero ello dicen bien poco de los "ingenieros guays"

      Por cierto, Harari habla en su libro de la felicidad, y en su perspectiva toma en cuenta los estudios de la psicología positiva. La real, la seria, no este rollo New Age.

      Yo conocí a Laurie Santos o Tal-Ben Sahar por sus charlas en el canal de BBVA para estudiantes, además de por paper sobre "Economía de la felicidad" que fue en el que basé mi artículo. En ninguno de esos sitios he leído cosas tan "magufas" como las que afirma esa psiquiatra colegiada y desnortada, más bien lo contrario.

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    3. No hay una psicología positiva seria y otra new age y magufa. A lo sumo hay varias generaciones u oleadas dentro del movimiento. La que yo describo en mi artículo sería propio de la primera generación, la de Seligman, que es considerada la canónica. Esta generación sigue siendo la dominante en el mundo académico y, por supuesto, a nivel mediático.

      Existe una segunda generación de psicólogos positivos cuyas propuestas son más concretas y amplían los temas tratados en un en principio (florecimiento, positividad, etc.) https://repository.uel.ac.uk/item/850v0

      Y una tercera generación o tercera oleada que supone todavía una mayor complejidad explicativa y que ya no solo pone el acento en el individuo sino en las comunidades en las que se inserta
      https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/17439760.2020.1805501

      Quizá Tal Ben Shahar y Laurie Santos no quepan ser ubicados en la primera generación (con Shahar tengo más dudas). Quizá ahí radique la fuente de nuestras discrepancias, como ya te dije

      De todos modos, fíjate como existe un hilo común que une lo que dice Tal Ben-Shahar en esa charla (sobre cómo cuando aprecio lo que tengo esto sube de valor y hace que tenga más) con lo que dice Marian Rojas e, incluso, a la interpretación que hizo Friedman de la idea de "Mano invisible" de Adam Smith. Son todo afirmaciones acientíficas. Las cosas suceden sin explicación aparente. Medimos su presencia pero no explicamos por qué. Es una especie de voluntarismo mágico. Implica una concepción de la vida que, sospecho, hunde sus rices en el trascendentalismo (Ben Shahar cita a Emerson, sin ir mas lejos), una corriente de pensamiento genuinamente americana a la que a lo mejor no he concedido un valor suficiente en la conformación del pensamiento positivo y el neoliberalismo. Y que, por supuesto, también está detrás del movimiento hippie y new age. Thoreau y Withman, insignes representantes del trascendentalismo, son iconos de dichos movimientos.

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    4. Sí que hay una distinción clara, entre pensamiento positivo, y libros como El Secreto, y la psicología positiva. Seligman es un científico, utiliza una metodología científica y encuentra hallazgos. Otra cosa es que sea mejorable, eso por supuesto. Pero no dejan de ser profundizaciones en el camino que él brillantemente abrió. A mi juicio.

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  10. "no nos tiene que preocupar que la sanidad sea deficiente, que las listas de espera retrasen los tratamientos" Preocupar quizás no, pero ocupar sí. Sin duda.

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    1. Esta dicho con retórica mala leche. Es incidir en lo mismo: el constante olvido que desde esta corriente se hace del contexto. Como si su valor fuera nulo.

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    2. Xq la psicología se ocupa de lo interno, no de lo externo. La sociología, la política y la economía (como disciplinas) deberían ocuparse de que funcione la sanidad. No creo que los autores de la psicología positiva nieguen que un entorno favorable, estable y seguro es bueno para la felicidad.

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  11. " Si el 10% de la población toma antidepresivos es porque son unos blanditos, no porque su entorno sea asfixiante." Si el 10% de la población toma antidepresivos, seguramente hay una causa cultural, no es problema del individuo.

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  12. Por hacer un resumen de los desacuerdos,

    Veo que en parte tomas el New Age como psicología positiva, y lo mezclas, sin discernir claramente. A mí juicio.

    Veo que cuestionas la metodología de la psicología positiva, pero ¿debemos desechar los métodos matemáticos en todo lo que no sea física? La medicina ha obtenido, con muchos problemas, resultados, en base a la utilización de métodos matemáticos no causales, es decir, métodos estadísticos. No es física, sí, es todo más endeble, la cuestión no es esa ¿es útil o no? La evidencia muestra que es útil, tomándolo como "ciencia", es decir, algo siempre mejorable y falsable.

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    1. Sobre la idea del new age ya te dije que está ahí. No la pongo yo. Y que a ti te suene a new age es sintomático de por donde van los tiros.

      En cuanto a los métodos estadísticos se pueden utilizar siempre que las variables sean objetivas, cosa que no sucede con el término felicidad. A fin de cuentas, lo que la psicología positiva hace es asignarle a la felicidad un significado y llevar a cabo sus investigaciones partiendo de ese significado. Esto en el mejor de los casos, porque puede tratarse también de que las personas contesten en las encuestas partiendo de significados distintos de felicidad. ¿Esto es ciencia? Si la ciencia es la verdad de los hechos poniendo de acuerdo a los científicos, aquí estaríamos en lo contrario: científicos poniéndose de acuerdo para determinar cual es la verdad de los hechos.

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    2. Las personas sabemos lo que es la felicidad, y además es algo a lo que damos importancia, por tanto me parece un campo de estudio totalmente legítimo, y es más, esta metodología me parece adecuada, sin negar otras. Otra cosa es que esto se tome como una verdad inmutable. Yo no me lo tomo así, y sin embargo, tengo en cuenta sus recomendaciones en mi vida y juzgo por mi mismo.

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    3. Me parece legítimo. Nada que yo no haga

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  13. Quizás como punto más importante, hay una contraposición entre solución individual y solución sistémica. Es como si ser feliz significase ser más pasivo o menos crítico. En mi experiencia personal veo que esa relación no se cumple, hay gente muy infeliz que carece de todo sentido crítico hacia el sistema. Hay grandes defensores del sistema, gente de éxito, muy infeliz, y gente de muy poco éxito, también muy infeliz. Por otro lado, el sentido de vida que propone Seligman, es muy antisistema, ya que "dar algo a los demás" no es precisamente lo que se supone hay que hacer en el "capitalismo". También se opone al sistema, al contraponer necesidades humanas y riqueza material. Por último ¿Cuál es el miedo? Si alguien es infeliz ¿Cuál es su mejor estrategia? ¿Trabajar sobre sus circunstancias o cambiar el sistema? Dado que cambiar el sistema es muy complicado, todo el mundo entiende que debe trabajar en sus circunstancias ¿eso lo hace más pasivo? Postulo que no, que uno es más altruista, participativo y reivindicativo en la medida que ha resuelto al menos en parte sus dilemas personales.

    Salud,

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    1. La contraposición entre necesidades humanas y riqueza material, como te dije, no la acabo de ver. Tampoco creo que una las personas felices tengan más o menos sentido crítico.

      Si uno considera que el bien supremo es la justicia, será feliz practicando la justicia. Si uno considera que el bien supremo es el amor será feliz dando y repartiendo amor. La felicidad es un resultado de nuestra escala de valores y no a la inversa, como propone la psicología positiva, que considera que los valores son buenos en tanto que nos proporcionan o no felicidad. Y ojo, felicidad subjetiva.

      Que todo se supedite a la felicidad que nos proporcione es, a la psicología, lo mismo que la rentabilidad a la economía: todo se supedita a la rentabilidad. Pero siendo el concepto de rentabilidad (como el de felicidad) equívocos, puede suceder que lo que es rentable para unos, o en algún momento, no lo sea para todos siempre.

      Un abrazo majo. Y muchas gracias por tu tiempo.


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    2. Claro que la felicidad dependerá de que uno practique sus valores, es que es eso. Harari cita al famoso Daniel KHaneman en Sapiens, Khaneman también ha estudiado la felicidad. Khaneman se dio cuenta que criar un hijo es un puto coñazo, un incordio, y sin embargo da felicidad. En mi experiencia personal, y como soy padre puedo hablar de ello, esto es cierto. No tengo ni puta idea de si será cierto para el 99%, para el 90%, tengo claro que no para todos, porque lo social puede ser muy extremado, es decir, puede haber sujetos que se salgan mucho de la norma. A pesar de ello, la observación de KHaneman no pierde valor, al menos para la gente que quiera ser padre. Dejando a un lado los hijos, lo que te hace feliz cambiará, pero habrá algo común en todo ello, será algo que cuando lo haces te hace percibir tu vida como valiosa, adecuada, con sentido, para uno puede ser la justicia, para otro puede ser la técnica, cosas muy alejadas, pero el sentimiento que produce es similar y se pueden sacar conclusiones.

      Y respecto al New Age... estoy bastante familiarizado con ella, además de con la psicología. Conozco el psicoanálisis (por encima, y también el análisis transaccional q se basa en parte en lo mismo), la psicología analítica (Jung), la Gestalt, la cognitivo conductual, la existencial. No soy un lego en la materia, tampoco soy un experto, por supuesto, pero creo que sé distinguir correctamente lo que es New Age.

      Salud,

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    3. No, no. No van por ahí los tiros. No niego la validez de tus apreciaciones. Al contrario: lo que quiero decir es que qué tú veas las muchas de las propuestas de la psicología positiva como new age, confirma el hecho que pongo de manifiesto: no hunden sus fundamentos en razones sólidas y científicas, sino en sesgos vuluntaristas. Y añado como posibilidad: e interesados.

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    4. Yo no veo las propuestas de la psicología positiva como New Age. Tú confundes New Age con psicología positiva. SOn cosas muy distintas.

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  14. Por centrar un poco la cosa, comento lo siguiente:

    A mí los extractos que citas de Seligman me cuadran, y lo que sé de Laurie Santos o Tal-Ben Sahar también, así como las conclusiones que se cita Harari en Sapiens, o lo que se cita en el paper que habla de la "Economía de la felicidad". Me cuadra la metodología empleada, similar a la de la medicina con los ensayos clínicos, y que por supuesto implica un mayor nivel de incertidumbre que otras disciplinas, como la física. En medicina o psicología trabajamos con poblaciones, que tenemos que suponer que son homogéneas. De hecho es sencillo ver que la psicología es incluso más endeble, puesto que entra en juego la cultura. Se pueden hacer estudios transculturales, pero ello complica más la cuestión. Dicho esto ¿se deben descartar entonces los estudios cuantitativos? En mi opinión, y por lo que sé de ciencia, no. Si permite establecer conclusiones, aunque sean "reglas de dedo", que pueden ser validadas luego por las personas en su vida diaria, y pueden servir de guías a los psicólogos, son útiles, y me parece un campo de estudio muy interesante. Apoyo totalmente la moción de continuar los estudios, y continuar mejorando la metodología.

    Luego hay ciertos comentarios y extractos que citas que tienen el olor del discurso del telepredicador. Tienen pinta de magufadas, y yo diría que lo son ¿Eso es psicología positiva? Lo pongo en duda, pero puedo aceptar que lo sea. En ese caso la psicología positiva no tiene valor, pero el valor de las aportaciones de Seligman, Laurie Santos, Tal-Ben Sahar y Daniel Khaneman para mí es incuestionable. Llamemos a una psicología positiva y a otro psicología de la felicidad, por ejemplo, o psicología no-patológica, y listo...

    En este punto hay que resaltar que las conclusiones de la psicología de la felicidad no son reaccionarias ni neoliberales. Sus resultados sostienen y avalan, la irrelevancia del PIB, la importancia de las comunidades tradicionales y la familia, frente a los mercados y el Estado, la reducción de la jornada de trabajo, el valor del altruismo, y la importancia de la educación emocional (especialmente en varones) y la educación en capacidades que están siendo relegadas frente a las matemáticas, ciencia, lenguas.

    Dicho esto, yo me pregunto ¿Qué cojones hace la izquierda (dejando a un lado los vendedores de libros profesionales) metiéndose en estos fregaos? Xq últimamente se critica todo, el amor romántico, la familia, la búsqueda de la felicidad... Creo que la mayoría de estos autores, además de una miopía importante, parecen incapaces de superar algunas contradicciones importantes. Se critica la libre elección, xq está condicionada por el sistema, lo cual evidentemente es cierto, para acto seguido vendernos "su solución", por ejemplo, si ya no mola el amor romántico, ahora hay practicar el "poliamor", sin darse cuenta que no deja de ser otra institución, que igualmente, desde el punto de vista del individuo se presentará como algo externo dado y por tanto opresivo. En lo que respecto al debate que estamos teniendo, dices "hay que hablar de la felicidad desde el punto de vista moral" Sí y no. El análisis cuantitativo es relevante, especialmente si las personas tienen un mínimo de educación en ciencia, y saben diferenciar entre sistemas naturales y sociales, y entienden la incertidumbre, eso que como señala Taleb, le cuesta tanto aceptar a nuestro cerebro.

    Salud,

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    1. Creo que podemos estar de acuerdo en que la psicología positiva tiene diferentes generaciones u oleadas.

      La primera generación, a mi juicio, no es nada más que el intento de justificar científicamente un supuesto dado: la supremacía del tipo de ser humano propuesto por la ideología positiva (íntimamente ligada al capitalismo neoliberal, como vimos en el primer artículo). Que hayan ido apareciendo en el mundo académico nuevas generaciones que reformulan sus supuestos y cuestionan sus estudios es sintomático de esto que digo. Estas generaciones más críticas y complejas siguen sin ser, tanto a nivel académico, como mediático o popular, predominantes. ¿Mencionará algún medio nacional el estudio que te enlacé antes poniendo en relación ingresos y felicidad?

      En cuanto a la izquierda, poco te puedo decir. Hace tiempo que dejé de considerar el análisis izquierda-derecha válido. Yo me decanto más por arriba-abajo o dentro-fuera. Y veo en estas prédicas positivas un nuevo consuelo del alma oprimida que distribuyen los que están bien asentados dentro del sistema, para disfrute de los que lo están menos o, directamente, están fuera.

      Muchas gracias por el constante acicate que supone tu presencia. Si no hubiese sido por el programa de la felicidad que hicimos, estos artículos al final nunca hubiesen visto la luz. Y si no hubiese sido por tu acerada crítica a éstos, no hubiese descubierto un fabuloso caudal de información que me ha abierto un montón de vías de conocimiento. Así que, muchas gracias.


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  15. Buenas,

    Añado un nuevo comentario para resumir la conclusión con la que yo me quedo después del debate:

    Taleb, en El Cisne Negro, nos advierte frente a la creación de categorías que usamos para explicar la realidad. El cerebro humano es un creador nato de sentido, un sentido que a veces no se encuentra en la realidad, que es muy compleja. Esta simplificación de la realidad él la llama "Platonificar" Creo que aquí hay un ejemplo. El gran concepto unificador aquí es neoliberal. Gracias al concepto "neoliberal" unimos:

    - El pensamiento positivo de El Secreto de Rhonda Byrne y sucedaneos New Age. Esta filosofía lo que postula es pensando en positivo alcanzas tus deseos.
    - El coaching. Una técnica que no es científica, que consiste orientar a alguien para que alcance de mejor forma sus objetivos. Fíjate que aunque el coaching no sea científico, no quiere decir que carezca de validez. El ensayo y el error es una vía de aproximación totalmente válida, que de hecho dio origen a la revolución industrial, los que crearon las máquinas de vapor no eran científicos, sino artesanos analfabetos.
    - La psicología positiva. Una metodología científica (sin que se deba entender esto como que la validez epistémica a sus descubrimientos es equivalente a la física, no, sería una descripción larga, pero los ensayos clínicos que usa la medicina, no establecen una causalidad tan fuerte como establece la física... por eso la medicina ha cometido tantos errores, y los sigue cometiendo... y sin embargo es válida. No te veo, ni me veo a mi mismo acudiendo a un curandero, aunque haya un recelo lícito a la ciencia médica) que trata de establecer relación entre la conducta y estados positivos de la subjetividad individual.

    Estamos hablando aquí de tres cosas totalmente distintas, que se intentan unir, simplificando la realidad. y flaco favor nos hacemos con esa unión o relación establecida.

    El pensamiento positiva se ocupa del éxito, lograr tus deseos, mientras que la psicología positiva se ocupa de la felicidad, un estado de conformidad o satisfacción con la propia vida. Precisamente la psicología positiva te diría que alcanzar tus deseos, tener éxito, no da la felicidad ¿Cuanta gente no asume el éxito y se suicidad? Y esto es la superficie. Muchos más no se suicidan y son infelices.

    La psicología positiva es válida, al menos que "regla de dedo" que uno puede probar por si mismo. El pensamiento positivo es una magufada, sin más. Además de ser nocivo.

    No es cierto que desde el establisment neoliberal se utilice la psicología positiva para culpabilizar al individuo y responsabilizarle de no alcanzar la felicidad. Eso no se sostiene, y si hacemos un análisis del discurso neoliberal, y para ti es sencillo ya que has seguido a tipos como Lacalle o Rallo, o mismamente los políticos del PP, lo que se suele usar son conceptos como "mérito", "esfuerzo", "Capacidad"... al excluido se lo culpabiliza por ser torpe o vago, no por no ser "positivo"... y reitero, la psicología positiva no dice que haya que ser positivo.

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  16. La psicología positiva es progresista en sus propuestas. Volviendo al debate sobre la renta, lo que postula es que llegando a cierto nivel más dinero no aporta nada. Es la misma conclusión que Galbraith en "La sociedad opulenta". Para Galbrait era necesario arreglar las goteras de la casa, pero no cambiar de coche cada 4 años. O hacer un gran viaje todos los años. Más o menos lo mismo dice la psicología positiva. Es necesario tener cierta renta, y si careces de ella, un aumento de ingresos te hará feliz. Pero más allá de eso lo que hay es una carrera de ratas, que no aporta ni a los ganadores ni a los perdedores. Entonces la conclusión lógica es que los ganadores se conformen, y se centren en lo que les hace felices, incluso que ayuden a los demás a alcanzar su parte necesaria del pastel. Al igual que a nivel agregado se puede cuestionar seguir creciendo y creciendo a costa de los bienes públicos y naturales, asumiendo una serie de riesgos (cambio climático, pandemias...) que en buena lógica deberían gestionarse de forma conservadora, xq no es necesario ese nivel de riqueza que se busca.

    Esto ya lo vió Seligman, por lo que no comparto tu visión de distintas olas en la psicología positiva, o mejor dicho, la comparto pero no veo una división tan tajante como tú ves, ni creo que sea justo decir que Seligman es un palmero de la élite neoliberal.

    Creo no olvidarme nada. Gracias a ti, y perdona si alguna contestación es un poco extemporánea o lo parece... es difícil no acalorarse en estos debates, jajaja

    Creo que lo dejo, aunque leeré tus contestaciones, de haberlas. Un afectuoso abrazo

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