El otro día mi amiga Maria, que es irlandesa,
inteligente y sensata me dijo que no entendía una bloody shit de lo que estaba
pasando en España, que a ver si se lo podía explicar. Le dije que no se
preocupase, que a la mayor parte de los españoles les pasaba lo mismo, y lo
que hacían era bajar al chino, comprar una bandera y colgarla en la ventana. Pero
ella insistió.
La
verdad es que no hay mucho que explicar, le dije, porque lo que está teniendo
lugar en España es una función circense y, como tal, lo que busca no es que la
gente entienda, sino que la gente se apasione, vibre y se distraiga de sus
miserias cotidianas: Para que la gente
olvide que en Barcelona se alquilen plantas esteras de hospitales púbicos a
empresas de sanidad privadas; para que los docentes catalanes cierren filas en
torno a los dirigentes que han propiciado los mayores recortes en educación de
la historia de Cataluña; para que no se entere nadie de que ya hemos desbancado a Gracia
como país europeo con más déficit (a por ellos oé…), o para que pasen por alto que
el partido del gobierno precisamente está en el gobierno gracias a un complejo
sistema de financiación paralelo que nos ha costado cerca de 800 millones de
euros.
Había
que distraer a la gente porque cada vez estaban mirando más y mejor donde no
debían; se estaban empezando a dar
cuenta de que olía a pedo y ellos no habían sido. La Transición, otrora
considerada modélica, empezaba a verse como un mal apaño que no hizo nada más
que superponer al intacto aparato franquista el sistema de partidos; mientras
que la sacrosanta Constitución empezó a verse no como la voluntad del pueblo
soberano sino como una carta otorgada por la oligarquía que se había
blindado bajo el nuevo sistema. En las plazas, en lugar de ese sucedáneo, se
pedía democracia real.
En Madrid la gente se echó a la calle
sin que la pastoreasen los partidos, cosa que no sucedía desde antes de la
muerte de Franco, y ocupó la Puerta del Sol. En Barcelona pasó lo mismo, y los mossos amorosos
desmontaron a ostias el campamento de Plaza Cataluña. Días más tarde, a las
puertas del Parlament se coreaba ningú,
ningú, ningú ens representa, mientras Artur Mas tenía que entrar en
helicóptero. La cosa estaba quedando, en todas partes, bastante clarita.
La
crisis y los recortes no hicieron sino incrementar la distancia entre
gobernantes y gobernados, que cada vez veían con más recelos las artimañas
políticas para hacer recaer sobre la ciudadanía todo el peso de su mala gestión,
y aquí es donde entra en escena el oportunismo y la astucia de Artur Mas, el
anterior presidente de la Generalitat.
Artur
Mas fue a Madrid un 20 de septiembre de 2012 a reunirse con Rajoy para pedirle
un nuevo pacto fiscal, semejante al que disfruta el País Vasco. Sabía que
pasase lo que pasase él ganaba: Si le concedían el pacto dispondría de más
dinero y podría aflojar la soga del cuello de los catalanes, congraciándose de
nuevo con ellos. Si no, podría reunirlos en torno suyo contra la terca y tacaña
España, como ya había hecho el 20 de julio de 2010 al grito de Som una nació. Nosaltres decidim.
Como
era de esperar Rajoy dijo que nientey arguyó, con la estolidez de un funcionario mediocre, que no era
constitucional. A lo que Mas repuso con la convocatoria de un referéndum para
el 25 de septiembre, con la intención de ver si los catalanes querían seguir
siendo españoles o si, como no les daban lo suyo, decidían largarse con viento
fresco. Rajoy volvió a tirar de su muletilla favorita, como el poquito de porfavor del conserje de Aquí no hay quien viva: Eso es contrario a la Constitución.
Entonces
Mas lanzó un órdago y convocó lo que él llamó unas elecciones plebiscitarias:
Los partidos favorables a una independencia irían en coalición y si obtenían la
mayoría de los votos significaría que la gente apoyaba el sí a la
independencia. Pero la coalición Junts
pel Sí solo consiguió el 39,59% de los votos. Ese aparente fracaso no les disuadió, e
hicieron todo lo posible para sumar a sus diputados los de las CUP (incluido
cambiar a su candidato, Artur Mas, por Puigdemont) y valerse así de esta
artimaña aritmética para seguir adelante con el proces. A todo esto al gobierno del PP en Madrid se le rilaban las piernas de gusto al
ver cómo, gracias al tinglado catalán, la gente estaba empezando a olvidarse de
la financiación ilegal de su partido que, aunque nadie pareciese reparar en
ello, suponía una voladura descontrolada de las reglas del juego democrático y
hacía añicos la legitimidad del gobierno (Que más dá, si yo soy español,
español, español…)
El
siguiente paso fue la aprobación de unas leyes de desconexión y de un referéndum
a ver si al final desconectaban o no (otro referéndum Maria, sí, otro
referendum). ¿Para qué? Pues supongo que para tener al personal entretenido y
para ver si esta vez ganaban. Y ganaron. Vaya si ganaron. Ganaron lo más
importante: a muchos de los que estuvieron en frente en Plaza Cataluña, que
ahora estaban jugando al trile con las urnas, tratando de despistar al gobierno
español, que andaba empeñado en que votar era inconstitucional y llenando
barcos de policía y guardias civiles. ¿No hubiese bastado con detener a
Puigdemont y su gobierno al día siguiente por prevaricación? Seguro. Pero entonces
adiós al circo.
Y
sí, ya sé que lo dijo un juez, pero los jueces dicen muchas cosas y el gobierno
las entiende como mejor le cuadra. De hecho se incumplen sistemáticamente los
artículos 27, 35, 41, 43, 49 y 50 de la Constitución y no veo yo barcos llenos
de profesores o médicos para evitarlo.
El
caso es que supuestamente no iba a haber votaciones porque los mossos lo iban a impedir, pero como las
proclamas en post de la paz universal y el amor cósmico de los mossos d'esquadra no disuadían a le
gente de votar, la policía empezó a desalojar al personal a ostias, para ver si
con eso a los mossos se les
refrescaba la memoria de cómo se desaloja a la gente. Pero ni por esas. Se
habían convertido en los Justin Bieber de aquel concierto adolescente del 1 de octubre.
España
volvió a ser portada de la prensa internacional y no por lo que su gobierno se quedaba sino por lo que repartía. Las cargas policiales
mostraron al mundo lo que aquí se sabía ya desde al menos el 15 de mayo de
2011: Que no nos representan; que sus intereses no son los nuestros y que solo
por la fuerza acaban imponiéndonoslos.
En
su huida hacia adelante, el govern se apresuró a decir que los resultados de
la consulta les eran favorables (y tanto, los porrazos se los habían llevado
otros), que la voluntad del pueblo catalán era abrumadoramente clara y se propusieron proclamar la independencia, pero lo hicieron a lo
gallego, en plan hoy somos más independientes que ayer pero menos que mañana. Y la
ambigüedad se les fue las manos. Tanto
que hasta Rajoy, que es gallego, pidió que se lo aclarasen. Y ni por esas.
Así
que el gobierno y su cuadrilla de turiferarios (la llamada oposición sensata), van a aplicar
el artículo 155 de la Constitución porque nadie les ha dicho que no se haya proclamado la independencia (tiene cojones), pero lo van a hacer a su manera,
rememorando el saco de Roma por Carlos I y sus lansquenetes. Nada de cómo dice
la Constitución obligar a la
comunidad autónoma al cumplimiento
forzoso de dichas obligaciones…nada. A tomar por culo la autonomía entera,
con delegados gubernamentales en las consejerías, dirigiendo a los mossos, en TV3…A lo
loco. A sangre y fuego. Y a todo esto con Puigdemont diciendo pues no sé si la había declarado o no, pero
ahora la voy a declarar, ale, para que os chinchéis.
Así
que ya ves Maria, un gobierno que no es respaldado ni por la mitad de la gente
se apresta a declarar la independencia en nombre del pueblo entero, y otro que
se hace pis en la Constitución día sí y día también se prepara para impedirlo
en nombre de ésta. No me digas que esto no te recuerda a los hermanos Marx en Una tarde en el circo. En fin, no sé si habré conseguido que por fin entiendas algo de lo que pasa en España, pero supongo que ahora ya sabes por qué tenemos leones en la puerta del Congreso.
Gran artículo
ResponderEliminarMuchas gracias. Te estas convirtiendo en uno de mis comentaristas más escuetos y fieles ;-). Un cordial saludo y espero seguir viendo tus comentarios
EliminarSuscribo lo que dices, aunque quisiera matizar una cosa, bastante menor a mi juicio pero que está adoptando un gran peso en el relato: el uso de la violencia policial en el referendum del 1-O. Quizás sea porque vivo en Euskadi, y porque en mi época adolescente el enfrentamiento con la ertzaintza era muy cotidiano (aunque yo no participaba convivía casi sin quererlo) las imágenes que se vieron aquel día no me conmovieron; sirva esto para enmarcar mi opinión, por si hay réplica "ad hominem".
ResponderEliminarLo que allí sucedió, a la vista de las imágenes y crónicas, fueron desalojos de personas que obstruían la confiscación de las urnas. Se empleó la fuerza para contrarrestar la resistencia, que fue ejercida con mayor o menor proporción dependiendo del agente de turno, lo cual no es de extrañar considerando el factor humano. Nada no visto con anterioridad (Murcia, PAH, 15M, carnavales de Cadiz, Euskadi ya ni te cuento...).
En última instancia, las intervenciones policiales cesaron sobre la hora de comer y no hubo inconveniente en votar.
Por lo tanto, no se reprimió ir a votar sino la resistencia a la confiscación de urnas y cierre de colegios. Supongo que a mucha gente esto no le parece relevante, pero a mí, que no me gusta el trazo gordo e interesado, me parecía interesante subrayarlo.
Hola Unknown.
EliminarNo te falta razón. En cierto modo podría decirse que la población independentista catalana hizo las veces de escudo humano para proteger las urnas puestas por sus dirigentes y, como suele pasar, fue la que se llevó los palos.
Palos que, por otro lado, más que por lo intensivo (que como dices estuvo dentro de la tónica general, siempre tirando a alta), destacaron por lo extensivo y, sobre todo, por lo absurdo del empeño. Como señalaron algunos policías, practicamente tocaban a dos agentes por colegio. Es decir, si era necesario un desalojo, los policías se las iban a ver moradas e iban a tener que tirar de porra a base de bien. Que fue lo que pasó.
A mi modo de ver, como tu dices, la policía estuvo en su línea, lo sangrante es la actitud del gobierno español, que andaba empeñado en frenar una votación (inconstitucional, sí) llenando barcos de policía y guardias civiles, mientras que se incumplen sistemáticamente los artículos 27, 35, 41, 43, 49 y 50 de la Constitución sin que se llenen barcos de profesores o médicos para evitarlo.
Eso otorga fuerza a mi argumento de que el gobierno emplea el recurso a la ley y a las fuerzas de orden público como le conviene, en este caso para hacer propaganda política (haciéndose los duros contra los independentistas para deleite de sus hooligans) y montando circo mediático de tres pares de cojones para tener entretenido al personal mientras nos cuelan el CETA por la gatera.
Así mientras la gente defiende pequeñas repúblicas imposibles, ni se entera de los términos de un tratado que pone a los trabajadores, los derechos de los consumidores y la protección del medio ambiente a los pies de las grandes empresas.
Un cordial saludo. Gracias de nuevo por tu acertada precisión.
Me parece que tu amiga maría quedará más confusa con tu perorata. Decir que un gobierno que no es respaldado noi por la mitad de la gente es desconocer que ese gobierno tiene mayoría abosuta en el Parlament que es donde se hacen las leyes, en este caso se votó por mayoría absoluta todas las leyes y disposiciones que llevaros a un gobierno corrupto, ese que dices que se hace pis en la constitución, a declarar la independencia. Dile a tu amiga María que busque fuentes más fiables y qu tú no tienes la suficiente información para sacarla de dudas.
ResponderEliminarHola Quecorraelaire
EliminarCreo que no has entendido bien el artículo, no sé si porque este no es lo suficientemente claro o porque lo has leído con demasiados prejuicios.
El gobierno que se hace pis en la Constitución (tanto en las formas como en el fondo) es el del PP, aunque paradójicamente dice ser su garante. El que habla en nombre de Cataluña, sin contar con la mitad de los apoyos, es el gobierno de la Generalidad.
Me parece, como digo, una triquiñuela aritmética carente de legitimidad escudarse en el número de diputados para proclamarse mayoría, máxime si tenemos en cuenta que esa ley en la que se apoyan (el Esatut) contraviene de pleno sus aspiraciones secesionistas. Es decir, echan mano de la parte de la ley que les favorece y obvian la que les perjudica. A mí eso me parece un abuso de poder arbitrario similar a los que perpetra el gobierno de la nación, que dice ampararse en el artículo 155 de la Constitución para intervenir Cataluña y luego no respeta lo que dicta dicho artículo.
En cuanto a mi amiga Maria, déjeme algún enlace (en inglés, por favor) que considere usted más claro, instructivo o riguroso y se lo hago llegar. Y que decida ella. No le privemos del derecho a decidir con que versión quedarse.
Un cordial saludo. Muchas gracias por escribir.
Me da que no lo has pillado:
ResponderEliminar-primero, tener mayoría absoluta no quiere decir que te apoye más de la mitad de los votantes por el tema ese de la circunscripciones.
-Cuando habla de gobierno se refiere al partido de gobierno, ya que cuando se realizan las elecciones plebiscitarias la CUP no se presentaba dentro de Juntos por el sí, y de hecho el partido gobernante necesita de su apoyo para la mayoría., vamos igual que el pp y c´s.
-El que se hace pis es el del España.
Buen artículo por cierto
Muchas gracias Casicasi por su pertinente aclaración y celebro que le haya gustado. Sería un placer verle por aquí en lo sucesivo.
EliminarUn cordial saludo y gracias por comentar
Este blog es como un oasis en el desierto. Gracias. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias a ti por el comentario. No está mal eso de saber que hay alguien ahí fuera al que le parece bien lo que escribes; máxime cuando uno tiene la sensación, precisamente, de predicar en el desierto.
EliminarUn cordial saludo y espero seguir viendole por aquí.