El pasado 19 de
diciembre el obispo de Roma, Joseph Ratzinger, escribió un artículo en el diario
económico Financial Times, considerado por muchos el oráculo de las élites
financieras mundiales. No fueron pocos quienes de forma sincera o impostada se
escandalizaron porque Benedicto XVI hablase de Dios, con tono amable, entre
quienes han encumbrado el dinero a los altares. Hubiesen preferido, sin duda, que
hubiese comenzado su escrito llamándoles raza
de víboras [Mt 3,7 ] o
que hubiese pedido, como hicieron ya los Zebedeos, que cayese sobre ellos fuego del cielo [Lc 9,54].
En cierto modo no
les falta razón, pues son de sobra conocidas las expeditivas palabras de Jesús
en las que considera más sencillo que un camello entre por el ojo de una aguja
que el que un rico entre en el Reino de
Dios [Mc 10,25-25];
o esas otras en las que sentencia que no se puede estar al servicio de Dios y
del Dinero, pues amar a uno significa despreciar al otro [ Mt 6,24].
Ahora bien, conviene
también recordar que Jesús de Nazaret jamás rehusó el trato cordial con
publicanos y pecadores. Así, cuando
Mateo ofreció un gran banquete en honor a Jesús, éste no rechazó la ocasión de compartir
mesa con gente que atesoraba grandes sumas de dinero de dudosa procedencia.
Precisamente ante el reproche de los fariseos, les dejó claro que no son los sanos los que necesitan al
médico, sino los enfermos
y que él no venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se
conviertan [Lc 5,29-32].
Y supongo que coincidirán conmigo en que las páginas del Financial Times no es
mal sitio desde el que llamar a un buen puñado.
A
pesar de lo dicho, tengo la impresión de
que el artículo de Benedicto XVI parece ir dirigido más a fariseos que a
publicanos. Concretamente a los nuevos fariseos, a los nuevos doctores de la
ley que, buscando sorprenderle en su respuesta, invitan veladamente al máximo representante de
la jerarquía católica a contestar a una pregunta similar a la que en su día
hicieron a Jesús: ¿Es legítimo el Estado nos sangre con constantes impuestos?
Si el Papa afirma que sí, entonces es un estatista confeso; si responde que no,
se declara abiertamente partidario de las recetas liberales. La respuesta de
Benedicto XVI es la misma que la que ofreció Jesús de Nazaret: Dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios [Mt 22,15-21].
Y
es que como el mismo Ratzinger pone de manifiesto, la respuesta de Jesús nos
pone sutilmente en guardia contra los
intentos de politizar la religión y de divinizar el poder temporal, así como la
insaciable búsqueda de riquezas. Hay que estar en guardia, pues, y recelar
de todos aquellos que busquen conciliar las
enseñanzas de Jesús de Nazaret con los postulados de los nuevos doctores del
mercado, pues esto no es sino un intento farisaico de santificar la riqueza,
independientemente del uso que se haga de ella, como en su día hicieron los
doctores de la ley al instituir el qorban [Mc 7,11].
Los nuevos guardianes de la ortodoxia, los nuevos fariseos, consideran al ser humano
un homo oeconomicus, un ser egoísta que establece su relación con los
demás calculando los costes y beneficios que ésta ha de depararle, poniendo su
razón y voluntad al servicio de éstos. Jesús de Nazaret, por el contrario,
considera que aunque en el corazón del hombre habita el egoísmo, coexiste en
lucha con la generosidad, y que el hombre ha de aplicar su razón y su voluntad
para sacar de dentro el buen tesoro [Lc
6,43-45]. La parábola del buen samaritano creo que puede servir de ejemplo de
lo que acabo de decir [Lc 10,25-37], aunque para
los nuevos doctores de la ley, como apuntó Dickens en su momento, el buen
samaritano fue sin duda un mal economista.
La visión economicista del ser humano permite
considerar racional el comportamiento que se ajuste a ese patrón, y por tanto el
estudio de este comportamiento se vuelve algo mensurable y predecible, es
decir, científico. El ser humano deja de ser el fin último al servicio del cual
se pone la teoría económica y pasa a considerarse un elemento más de la nueva
ortodoxia: dentro de los factores productivos vendría a ser el capital humano;
sujeto como el resto a las implacables leyes del mercado. Jesús de Nazaret, sin
embargo, reprocha a los doctores de la ley su dureza de corazón que les impide
ver, como en el episodio de la curación en sábado [Mc 3,1-6], que los preceptos de la Ley están al servicio del
ser humano y no el ser humano al servicio de los preceptos [Lc 6,1-11].
Los nuevos doctores de la ley, como los antiguos,
consideran que la acumulación de riqueza es la justa retribución al esfuerzo y la
habilidad, de modo que la riqueza así obtenida es sinónimo de virtud. Para
Jesús de Nazaret preocupación por la acumulación riquezas no solo no es una
virtud, sino que es un impedimento para alcanzar la virtud verdadera. Baste
recordar sus palabras tras encuentro con el joven rico [Mc 10,17-31]; el ejemplo de los pájaros que no cosechan o los
lirios que no hilan [Mt 6,26-29]; o su severa
advertencia: ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su
alma? [Mc 8,36]
Del mismo modo que los antiguos escribas y fariseos
se conformaban con la estricta observancia de la Ley, los nuevos consideran que
basta con someterse a las reglas del juego para considerar justo el beneficio
adquirido, pues sería absurdo someter a consideraciones morales el resultado de
un proceso espontaneo, el mercado, en el que participan voluntariamente
millones de seres humanos. Para Jesús no es tanto el modo como se obtengan las
riquezas lo que determina su justicia, como el uso que se haga de ellas. Como
sentencia tras la parábola del administrador astuto: Yo os digo que con el
dinero mal adquirido os ganéis amigos, de modo que cuando se acabe, os reciban
en la morada eterna [Lc 16,9]. Y en vista de que el mercado es
un mecanismo tan complejo que rara vez puede decirse que la ganancia de uno no
se haga a costa de la miseria de otros, nadie puede tener la certeza de que el
suyo es un dinero enteramente honrado y quedar así exento de la necesidad de
hacer amigos con él. En cualquier caso, es generosidad y misericordia lo que Jesús pide, no sacrificios
[Mt 12,1-8].
Estando sentado en una ocasión Jesús de Nazaret en
el monte de los Olivos, junto a sus discípulos, les advirtió: Surgirán
muchos falsos profetas que engañarán a muchos. Y al crecer la iniquidad se
enfriará el amor [Mt 24 11-12]. ¿No pertenecen a esta especie gran
parte de los nuevos fariseos que se proclaman profetas de la libertad? Conviene en este punto recordar
las palabras de Jesús sobre el camino a recorrer: Buscad el reino de Dios y
su justicia, pues todo lo demás vendrá por añadidura [Lc 12,31]. ¿Por qué se empeñan estos teólogos de la
liberalización en predicar que es la estricta observancia de la ortodoxia
económica la que traerá por añadidura el resto? Creo que nos sobran razones
para concluir que esa pretendida libertad en la que basan sus enseñanzas no hunde sus raices en la verdad; en esa verdad que nos hará libres [Jn 8-31 ].
Me atrevo a decir que la justicia del beneficio ,para Jesús, está tanto en su procedencia como en su uso, pese a la cita de Lucas. No tendría sentido la acción benefactora de la mano de su opuesta, sería como deshacer por la noche lo que por el día se construye.
ResponderEliminarNota sobre la palabra "camello" en la cita evangélica: http://blogs.periodistadigital.com/antoniopinero.php/2009/03/13/p222728
Hola Óscar
ResponderEliminarMe he tomado la licencia de contestarte tan tarde, en parte porque ya el sábado hablamos de ello y en parte porque he estado meditando sobre el asunto durante la semana.
Sin duda has puesto el dedo en la llaga del que quizá sea el razonamiento más arriesgada: No importa tanto la procedencia de la riqueza como el uso que se haga de ella.
Quizá la clave este en el "no importa tanto". Podemos formular la frase de otra manera: Es más importante el uso que se hace de la riqueza que la forma de obtenerla. ¿Por qué?
Pues porque quizá la forma de obtenerla es siempre , aunque podamos establecer una gradación, intrínsecamente mala. Podríamos traer aquí a colación la cita de Balzac con la que Mario Puzzo comienza El Padrino: "Detrás de cada gran fortuna hay un crimen."
Toda riqueza es una acumulación de excedentes y yo creo que por muy frugal que uno sea (porque el ser industrioso o laborioso implicaría postergar el servicio a Dios en post del servicio al dinero y eso no nos vale) con sus propios excedentes uno no atesora riqueza.
Por tanto acumular riquza implica apropiarse de bienes ajenos (sean estos trabajo o mercancías) independientemente de cómo se lleve a cabo. La única manera de "blanquear" ese dinero es restituirlo. Si no a quienes les pertenece, a quienes lo necesiten, como puede verse en la parábola de Zaqueo:
"Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa. Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador. Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo. Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido"
Un saludo majo. Muchas gracias por comentar
Buena idea,
ResponderEliminarEfectivamente no se puede separar la moralidad y las acciones de uno, ni siquiera bajo pretexto de que estas vienen dictadas por una supuesta "ley" superior que, de "alguna forma" termina por "cuadrar las cuentas". Entre otras cosas porque esa "mano invisible" originalmente era la de la divina providencia.
Una idea interesante posterior, de los escolásticos, más influidos por Aristóteles que por La Biblia, es que en situaciones de extrema necesidad, aunque reconocían la propiedad privada, cualquiera podía tomar los bienes poseídos en abundancia por otra persona, por ejemplo, para la preservación de su vida. Los actuales especuladores no parecen aplicar estas ideas.
saludos,
Dice José Antonio Marina en un estupendo artículo sobre la corrupción que "una persona íntegra es la que sabe armonizar lo que dice con lo que hace, sus deseos con sus valores, su interés con el interés de los demás, su interior y su exterior, la economía con la ética, el poder con el respeto. Siempre se ha juzgado duramente la doblez, los griegos detestaban al aner dipsijós, al hombre de doble mente" href=http://www.joseantoniomarina.net/articulo/corruptores-y-colaboracionistas/
ResponderEliminarNo hay mucha más historia. Eres íntegro o te corrompes. Es decir, o luchas por mantener intacta la armonía entre pensamiento, palabra y acción o dejas que se descomponga y que las diferentes partes cooperen en su ruptura.
Quien se ha corrompido corrompe, y hace lo propio con el mensaje de Jesús de Nazaret: intentar descomponer las partes, coger un poco de aquí y un poco de allá, e intentar montarlas de nuevo según les cuadre mejor. Obviamente el resultado no es sino un engendro descompuesto que a su vez corrompe a quien lo prueba.
En la medida de mis posibilidades he tratado de restituir su integridad. Por si alguien quiere comparar.
Un saludo.
Escribo aqui para agradecerte tu gran y elaborado artículo, que acabo de leer ahora, en estos inciertos días en que es noticia el retiro de Benedicto XVI, gran pensador y maestro. Fe y Razón, Amor y Verdad, nos deja como legado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tomarte la molestia de expresar tu gratitud. Disculpa que el artículo haya estado tanto tiempo sin aparecer, pero lo encontré la semana pasada en la carpeta de spam. Un cordial saludo.
ResponderEliminarBuen artículo y magnífico blog. Implica un gran esfuerzo mental escribir estos artículos en los que se nota el esfuerzo por la búsqueda de la razón.
ResponderEliminarSi embargo en éste como en otros se nota la influencia de Marx sobre todo en las respuestas en los comentarios. Me pregunto hasta qué punto los enormes beneficios del creador de Facebook, de Twitter o Google corresponde a la apropiación de riqueza ajena. O los beneficios de algún interprete musical que lleva viviendo de la misma canción desde 1970 se debe a algún tipo de apropiación indebida de riqueza ajena.
Enhorabuena por el blog. Lo he descubierto hoy y aunque en varias entradas no estoy de acuerdo con lo que dice, reconozco el esfuerzo por exponer de forma lógica y racional sus puntos de vistas. También su capacidad para evitar el encuadramiento en las categorías morales y políticas habituales.
Señor Galesco, no sabe la ilusión que me hace comparar la hora de sus dos comentarios. ¿Será posible que haya estado 2 horas enganchado al blog? Y lo que es aún más gordo, ¿que despúes de esas dos horas salga usted medio convencido de que la cosa ha merecido la pena? ¡Joder! Esta usted a un paso de ganarse mi más sincero afecto.
EliminarSigue usted obsesionado con Marx. Y no. De Marx he leído poco y por encima (por el momento). Al que si he leído es a Adam Smith. Y cuando uno lee a Adam Smith y es trabajador tiene dos opciones: Concluir que la propiedad es un robo y el Estado su gendarme, como hizo Proudhon, y establecer un sistema económico donde la propiedad sea colectiva y no exista el Estado; o Pretender, como hizo Marx, acabar con la propiedad mediante la conquista del Estado por el proletariado.
En cualquier caso el concepto de apropiación de rentas del trabajo (al que Marx llamaría luego plusvalía) está ya esbozado en Adam Smith. Y la idea de que el Estado es un instrumento al sevicio de los terratenientes, los comerciantes y los industriales es también de Adam Smith. Eche un vistazo al libro I, capítulo 6 §6-7 y verá que la idea de apropiación está ya ahí.
En cuanto a los ejemplos de Facebook & Co. incurre de nuevo en una falacia de Secundum quid. Son excepciones propias de industrias jovenes. Mark Zuckerberg jamás podría haber entrado a competir en industria la aeronáutica, la extracción de combujstibles fósiles o el suministro energético.
Un cordial saludo y muchas gracias por sus comentarios