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jueves, 14 de noviembre de 2013

Adam Smith y la omisión de la estupidez




Ando últimamente liado leyendo a Adam Smith pues tengo en mente, desde hace tiempo, escribir algo sobre lo que de bueno conserva, y de prescindible tiene, su obra. En ello estaba cuando me llamó poderosamente la atención su contumaz visión optimista del ser humano, nacida sin duda al calor de esas primeras y apasionadas fases del romance de los ilustrados con la Razón. El comienzo de La Teoría de los sentimientos morales no podría ser más revelador en este sentido:
“Sin importar lo egoísta que un hombre pueda considerarse, resulta evidente que en su naturaleza podemos hallar ciertos principios que le hacen interesarse por la suerte de otros, y que se preocupe por su felicidad, aunque de ello no obtenga nada más que el placer de contemplar la dicha ajena”
En La riqueza de las naciones podemos encontrar otra buena muestra de esto que digo:
“Cada individuo se afana constantemente por encontrar el empleo más provechoso posible para cualquier capital del que disponga. Es su propio provecho, por supuesto, y no el de la sociedad lo que tiene en mente. Pero la búsqueda de su propio provecho le lleva naturalmente, o casi necesariamente, a preferir aquel modo de emplearlo que es más provechoso para la sociedad”
En ambos casos el sujeto en cuestión pone en marcha sus facultades mentales (se interesa, se preocupa, busca) para conseguir un beneficio. De suerte que en el primer caso el beneficio ajeno se convierte en propio y en el segundo el propio se torna ajeno. El resultado, en cualquier caso, es siempre una ganancia mutua. Con lo que en la tómbola del tío Smith siempre toca, si no es un pito es una pelota.

A mi modo de ver el error de Smith estriba no ya en omitir la maldad o el egoísmo en su análisis, que a fin de cuentas se hacen patentes cuando en otro pasaje afirma:
“Todo para nosotros, nada para los demás, parece haber sido, en todas las edades del mundo, la máxima miserable de los amos de la humanidad”.
Sino en haber omitido la estupidez. Es decir, haber pasado por alto la posibilidad de que existan seres humanos que se empeñen de manera firme y obstinada en joderse la vida y en jodérsela al prójimo, sin que de ello derive beneficio ni provecho alguno para nadie. 

Este descubrimiento fortuito me ha hecho interesarme por el fenómeno de la estupidez hasta tal punto, que he aparcado la lectura de Smith por un tiempo, para enfrascarme en la composición de un Tratado sobre el tema, donde trataré de dar una explicación de sus causas y prevenir ante sus múltiples y devastadoras manifestaciones.
A ello me aplicaré durante las próximas semanas. Aquí les espero.


TEORÍA GENEAL DE LA ESTUPIDEZ, LA ESTULTICIA Y LA IDIOCIA
SIGUENTE ENTREGA

2 comentarios:

  1. Me alegro de volver a leerte por aquí.

    El amigo Smith me recuerda a Pangloss, parece que Smith se limitó a aplicar el optimismo Leibniziano a la ciencia social, afirmando que "todo sucede para bien en este, el mejor de los mundos posibles". En Smith el "Homo, homini, sacra res" de Séneca deja de ser un precepto moral a respetar para convertirse en una ley universal divina, una especie sombrero mágico donde entra el mal, y sale transformado en bien.

    Prefiero a Thomas Paine, otro optimista como Smith, creía en la razón como fuerza transformadora, en la capacidad del hombre para crear "manos visibles" que arreglasen los problemas. Hoy somos más escépticos respecto a la razón, pero coincido mucho más con Paine que con Smith.

    Leeremos tu tratado sobre la estupidez, espero no salir demasiado mal parado, jajajaja.

    Buen regreso

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  2. Muchas gracias Jesús. Yo también me alegro de que mi más fil comentarista no me haya abandonado.

    Smith es menos ingenuo de lo que a primera vista pudiese parecer y quizá el sesgo que he dado al artículo no le haga justicia. Su optimismo es el de Montesquieu o Kant, que aun conociendo las miserias de la condición humana creen que su razón les hará sobreponerse a ellas.

    Smith es un furibundo detractor del mercantilismo y denuncia sus prácticas con denuedo y abundantes datos. Su observación es precisa, pero quizá el problema es que a veces inconscientemente mezcla el "es" con el "debería ser" a la hora de presentar sus alternativas. No obstante, Smith es un tipo muy interesante y muchas de las barrabasadas que hoy en día se comenten están ya denunciadas en La Riqueza de las Naciones.

    Espero retomar su lectura antes de que acaba el año a ver si es posible escribir algo sobre él a comienzos del siguiente. Entre tanto, ahí sigo con el tratado sobre la estupudez, de cuyas visitas, según creo, nadie puede librarse, aunque lo importante es no permitir que se ponga cómoda.

    Un saludo.

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