Me he enamorado de
alguien tan emocionalmente cerrado que no conseguiré más que sufrir —en el
fondo lo sé—, alguien que, según él mismo admite, está completamente jodido.
¿Por qué está tan jodido? Debe ser horrible estar tan tocado como él.
Anastasia Steele
Cuanto
más duro trabajo, más suerte parece que tengo. En realidad, se trata de tener a
la gente adecuada en tu equipo y saber dirigir sus esfuerzos.
Christian Grey
La
noche del 20 de noviembre de 2011 Mariano Rajoy Brey se asomó con giocondesca
sonrisa al balcón de la calle Génova para proclamarse presidente del
gobierno. Su rostro mostraba la misma satisfacción
contenida de quien acaba de resolver el sudoku del dominical pero no le gusta alardear.
A su espalda quedaba el fondo azul de campaña con los lemas utilizados durante
ésta: “Súmate al cambio” y “Lo primero el empleo”.
A su derecha, Elvira Fernández, su mujer (retengan este dato, sobre todo si
está en trámites para obtener la nacionalidad española*).
A su izquierda la secretaria del partido, María Dolores de Cospedal (qué mejor
lugar para quien, ataviada con un pañuelo a lo palestino, no se había cansado
de repetir que el Partido Popular era el partido de los trabajadores*).
Delante, una multitud enfervorizada que al tiempo que coreaba los cánticos y
consignas del partido, pedía a Rajoy que botase. Y Rajoy boto. Y botó de la
misma manera que había ganado aquellos comicios: Sin despeinarse.
Después de siete años el Partido
Popular volvía al poder y lo hacía tras conseguir 186 escaños, superando incluso
el mejor resultado de Aznar. Sin embargo, el periplo de Rajoy nada tenía que
ver con la titánica gesta de este último. Si el vallisoletano había tenido
derribar, a base de audacia y tenacidad, el que en otro tiempo fuese sólido edificio
del socialismo español (que sólo bajo el último gobierno de Felipe González había
empezado a resquebrajarse), al
gallego no le había hecho falta coger ningún martillo: solamente esperar
paciente y a cierta distancia para que los cascotes no le diesen.
Mariano Rajoy basó su
oposición a José Luis Rodríguez Zapatero en presentarse como un tipo con los
pies en la tierra, como un funcionario algo gris y mediocre, pero eficaz; el necesario contrapunto a las disparatadas ínfulas de un presidente
que estaba, con errátil política económica, arrastrando al país al borde del
precipicio. Sus propuestas eran rotundamente ambiguas, buscando deslumbrar con
el qué sin entrar en el cómo: Afirmaba que iba a bajar el paro* y podría, incluso, llegar a crear 3,5 millones de empleos*.
Bajaría los impuestos*;
frenaría el aumento del déficit mediante “ajustes
en gastos innecesarios”*
y todo ello sin tocar la sanidad, la educación o las pensiones*
ni abaratar el despido*.
Durante la campaña electoral, una de
las más anodinas que se recuerdan, Rajoy se contentó con controlar el balón
hasta que el árbitro pitase el final del encuentro. Sabía que la contienda
estaba ganada desde que el PSOE anunciase como candidato a Rubalcaba, el que
fuese portavoz del gobierno durante la época de los grandes escándalos de
corrupción del PSOE y vicepresidente del gobierno que se negó a ver, con tozuda
estolidez, la tormenta económica que se nos venía encima. Bastaba con no
cagarla en el último momento. Y se limitó a ello.
Casi un mes después, el 19 de diciembre, Mariano Rajoy subió con el mismo gesto impasible a la tribuna de
oradores del Congreso para pronunciar su discurso de investidura*. Una vez ganadas las elecciones bien podría haber empezado a recular
y a decir Diego donde antes había dicho digo, pero no fue así. Por el contrario
su discurso fue claro, rotundo y esperanzador.
Para el líder del Partido Popular los resultados de las
elecciones mostraban sin ambages que los españoles habían “establecido un punto y aparte” y deseaban “una página nueva en la historia de nuestra democracia”. A su
partido le tocaba escribir esa nueva página y acometer “esa gran reestructuración” de la vida pública que la sociedad
demandaba. Para ello su programa de gobierno se iba a centrar en dos
directrices fundamentales: “Concentrar
todos nuestros esfuerzos en la creación de empleo” y “reservar un lugar para nuestros hijos en un mundo que cambia”.
La creación de empleo iba a ser la primera y más importante
de las tareas a llevar a cabo, pues “cuando se crea empleo, el país se
estabiliza, se afirma la confianza, se reparte mejor la dignidad, los derechos
se concretan, los sueños se vuelven accesibles, y cada individuo recupera la capacidad de
administrar su propia vida”. Rajoy sentenciaba: “Cuando se crea empleo, Señorías, crece la libertad”.
Para poner en marcha esa gran reestructuración de la vida
pública al gobierno del Partido Popular
le aguardaban grandes reformas, reformas que debían ser llevadas a cabo
pensando en el largo plazo y con amplitud de miras; pensando “en algo más que reducir
el déficit”: Pensando en lo que España necesitará “no el año que viene ni el siguiente, sino en los próximos veinte años”.
El resultado de esta transformación ha de ser “una
sociedad en la que los valores que proclama nuestra Constitución ―la libertad,
la igualdad, la justicia y la solidaridad― no se queden en nobles deseos o
hermosos enunciados teóricos, sino que definan realmente la prosperidad que
pretendemos”. Y el motor de esta transformación ha de ser la sociedad
civil. Como el mismo Rajoy dijo: “Han de
ser los españoles, y no el Gobierno, los motores del cambio”. Por tanto, “la
tarea del Gobierno no consiste en suplantar a la Nación, sino en coordinar sus
esfuerzos y facilitar sus tareas”.
Aunque era consciente de que la situación que recibía no era
fácil, Rajoy no pretendía eludir la responsabilidad que a su partido le tocaba
asumir y como puso de manifiesto: “En la
política, no existe la herencia a beneficio de inventario. Sabíamos ―y sabemos― lo que nos espera. Y
sabíamos ―y sabemos― que se nos juzgará por lo que consigamos, y no por lo que
intentemos, o por cómo nos hayamos encontrado las cosas”.
Rajoy afirmó, así mismo, no estar “dispuesto a aceptar que haya en
España una generación que pudiera perderse porque encuentra cerradas todas las
puertas”. Siendo “preciso detener este despilfarro de riqueza y de energía,
porque es imposible diseñar un futuro en el que falten los relevos” y
sentenció: “Quiero que seamos capaces de ofrecerles oportunidades nuevas, que
defendamos el puesto que les corresponde en una sociedad justa, que conserven el derecho a soñar y a
construir su propio futuro”.
¿Cómo pensaba acometer el futuro presidente del gobierno estas
tares? Lo tenía claro: “No existe mejor instrumento para
encauzar y coordinar la energía de la Nación que el diálogo”. “Un
diálogo basado en la transparencia, que estimule la unidad, fortalezca los
objetivos compartidos y facilite el apoyo y la participación de todos los
ciudadanos y de sus organizaciones”. Y ese diagnóstico enraizaba con un compromiso
del que Rajoy pretendía “hacer bandera”
en su Gobierno: “decir siempre la verdad, aunque duela; decir la verdad sin adornos ni
excusas: llamar al pan, pan y al vino, vino”.
Obviamente el camino no iba a ser fácil y se requerían
esfuerzos, pero él estaba en condiciones de ofrecer a los españoles una “oferta
de esperanza”, basada en “una rigurosa justicia en el reparto de la
austeridad, que ha de comenzar por el propio Gobierno”, y en “un escrupuloso
respeto al derecho ciudadano de conocer
la verdad”.
De este modo
Rajoy convocaba a todos, y reclamaba, con humildad, la ayuda de todos, y se
ofrecía para “defender la unidad,
dialogar sin cansancio, asegurar la justicia en el reparto de las cargas, y
mostrar siempre la verdad traiga el color que traiga”.
Aquel hombre de traje azul subido a la
tribuna no era ni joven, ni atractivo, ni dinámico. Sin embargo su discurso
amable, fraternal y comprensivo, pronunciado con voz cálida, fue para el alma
de los españoles como los brazos que rodean la espalda de quien ha caído para
ayudarle a levantarse. Y muchos, tras presenciar aquel discurso, comenzamos a
pensar si no nos estaríamos enamorando de aquel tipo, de su amago de sonrisa y de
sus ojillos inquietos.
Sin embargo, algo
sucedió entre la noche del día 19 de diciembre y la mañana del día 20, en que
Mariano Rajoy dio a conocer su gobierno. Alguien, en algún recóndito pasillo,
nos robó esa noche a los españoles las esperanzas de cambio y regeneración. En
algún aciago momento se activó en la mente de Mariano algún oscuro resorte que hizo
que el apacible Rajoy y se convirtiera en el sombrío Brey.
¿Cómo
era posible que para la inconmensurable empresa de regeneración
anunciada se hubiese rodeado de enanos? Tras un mes de quinielas, dimes y
diretes, Mariano Rajoy Brey daba a conocer, por fin, la composición de su gabinete,
de los hombros sobre los que habría de recaer el peso de la salvación de
España. Y cuando lo hizo no trasmitió, desde luego, la sensación de que la
espera hubiese merecido la pena.
Al frente del Ministerio de Economía
puso a Luis de Guindos, que como presidente ejecutivo de Lehman Brother en
España y Portugal*,
formaba parte de la tribu de los que habían cantado al dios de la Lluvia para
que la tormenta financiera arreciase sobre España. Del mismo modo, al frente
del ministerio de Sanidad colocó a Ana Mato, que había corrido con los lobos
del caso Gürtel aunque no estuviese de momento imputada*.
Al frente del Ministerio de Justicia de ese consejo de austeridad, colocó al hombre
que había conseguido hacer de su nombre un sinónimo de derroche*
**
tras su paso por el
Ayuntamiento de Madrid. Por último, para terminar de aguar las expectativas
podía suscitar el nuevo gobierno, nombró ministra de trabajo a Fátima Báñez,
que, a lo que se ve, conocía solo de oídas lo que es el mercado laboral*.
El
nuevo ejecutivo no parecía ofrecer muchas garantías frente a los
problemas económicos, ni atisbos de rearme moral frente a la corrupción o el
despilfarro, ni personal bregado y diestro para volver a poner en forma nuestro
maltrecho mercado de trabajo, asuntos todos ellos mencionados en su discurso de
investidura. De hecho no tardó ni diez días en mostrar que el camino por el que
habían de llevar a España a la senda luminosa del empleo y el crecimiento iba a
estar lleno de sombras.
Así
el viernes 30 de diciembre Soraya Saez de Santamaría, y no el presidente del
gobierno, salía a anunciar el mayor recorte de gasto público de la democracia*,
la segunda mayor subida de impuestos y la congelación del sueldo, con
incremento de jornada, de los funcionarios.
España había conocido hasta entonces el
rostro alegre de Mariano Rajoy. De ahora en adelante empezarían a conocer su
rostro más sombrío, ese que en ese momento se hallaba parapetado tras su
vicepresidenta. Lo que en su discurso de investidura habían sido luz y
esperanza, comenzaba a tornarse en oscuridad y sombras. Las sombras de Brey.
Esperaremos esa siguiente entrega. De momento, fiel narración de los hechos, muchas sombras y ni una sola luz. Por cierto, faltan algunos espacios en el texto, échale un vistazo.
ResponderEliminarun saludo,
Hola Jesús
EliminarGracias por tus palabras. A decir verdad, faltan algunos espacios y falta chicha y brio narrativo. Lo empecé una tarde con algo de inspiración y tiempo pero, para cuando amabas se acabaron, la cosa no estaba cuajada del todo. No obstante, el ansia por publicarlas (llevaba muchísismo tiempo sin publicar una entrada) me pudo. Tengo que retocarla un poco. Está todavía muy tierna.
Un saludo.
Pasa en las mejores familias. A mi me ha pasado con mi último post "Una prisión llamada Europa". Quizás tenía demasiado título y poca claridad en la parte final. Lo he retocado hoy un poco, y así lo dejo ¡a por el siguiente!
EliminarPor cierto, no sé si te has aclarado con tu duda sobre Bankia. Te emplacé a buscar la respuesta en el post "España, un país en el camino de servidumbre, y el auge y caída de las Cajas de Ahorros", pero finalmente no pasaste por allí ¿resolviste tu duda?
un saludo
Hola Jesús.
EliminarLa duda sigue sin resover y no pienses que he rehusado tu oferta. Tengo que releer los dos artículos para formular preguntas concretas y dudas fundadas, lo que pasa es que ultimamente ando muy justo de tiempo. Dentro de poco tengo vacaciones y espero poder explayarme. Muchas gracias por acordate de mi y no pienses que es el desinteres lo que motiva mi silencio, sino el miedo ha hablar sin poder decir algo de provecho.
Un saludo
Felicidades por tan breve y precisa exposición. Como dice Jesus N. esperaremos con impaciencia esa segunda parte.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras que considero (sinceramente, sin falsas modestias) inmerecidas. Tengo que pulir un poco esta parte antes de entrar a por la siguiente; que, dicho sea de paso, se me antoja harto complicada. Creo que he vendido la piel del oso antes de cazarla.
EliminarUn saludo.
JJ (Eurito/ecce).
ResponderEliminarBuenas tardes.
Simplemente desearte suerte.
A los dos libros que dejamos el otro día en el post de Jesús, añadiría dos más:
- Antifrágil (Taleb). Nietszche, Hegel, Jesucristo, Markx, Smith, los estoicos y demás.
- Ensayo: Sobre la (naturaleza de) la agresión. Konrad Lorenz.
Y un vídeo ( no es cuestíon de semántica, ni mucho menos):
http://www.youtube.com/watch?v=JKGsgfJ_Xtc
-
Antifrágil=superhombre= Potencia.
Un saludo cazador y gracias por sus estupendas reflexiones.
PNL.
Muchas gracias por la suerte. De un tiempo a esta parte toda la que me deseen me viene muy bien, pues ultimamente tengo un défict exteriror con respecto al PIB (Producció Interior de Bondad) cercano al 40%. A ver si consigo reequlibrarlo. ;)
EliminarAntifrágil es la tercer persona que me lo recomienda, no me va a quedar más remedio que leerlo. Aunque, eso sí, he estado inentando poner un poco de orden a mi bliblioteca digital y voy a necesitar varias vidas para poder leer cuanto en ella considero interesante.
El video me vas a disculpar pero no le pillo el trasunto. Necesito alguna pista.
Muchas gracias por tu caluroso comentario. Como puedes ver he modificado la configuració por defecto para que no haga falta registrarse. Muchas gracia por hacérmelo notar.
Un saludo, suerte también para tí y nos vemos por los foros
Buenas, Cazador.
EliminarSe agradecen sus soluciones prácticas.
El vídeo se estructura en dos partes ( que, genéricamente son comprensivas de la que era, táctica habitual en él- aguantar, pensar y derribar- ); Ward era más ligero de peso, lento de reflejos y aceleración () que sus contrincantes. Pero aguanta y analiza.... En el minuto 2:16 o así, tras recibir un severo castigo recula, golpea en la parte baja del hígado y, al suelo. En mi opinión, uno de los K.O más espectaculares de la historia del boxeo.
Película en V.O: "The Figther" ( Christian Bale y las muchachas que hacen de hermanas del mismo, fantásticas. Aunque el resto del reparto no desmerece).
A lo que íbamos.......
"La inflacción de un país no solo depende de la impresión de billetes, sino también del flujo de capitales extranjeros que llega a ese país."
Así es, en mi neurótica y obsesiva opinión.
Estos de la Escuela Austríca obvian tal evidencia ( que, por otra parte, expresa Hazzlitt - escuela austríaca- en su libro introductorio). Aunque tambien remarca que importaciones y exportaciones tienden a producir un efecto neutro relativo en un plazo más largo ( cosa que no es así, del todo-en mi opiniónj ). Menos aún, con monedas de distinto poder adquisitivo (PPA/PTC).
Otro autor, reiteradamente citado por aquéllos, es Ortega, cuyo libro, " El orígen deportivo (erótico-festivo) del Estado" desmonta varias de sus "teorías" de la iniciativa (y superveniencia) "privada" en determinados ámbitos.
Por eso nunca lo referencian.
Experimento Belayev con zorros plateados....... ( además, creo recordar que usted tiene felinos )
http://www.youtube.com/watch?v=QCXJtCWGGjE
Je je je¡ ¡ ¡Chúpate esa, Darwin¡
Un saludo. Nos vemos en el próximo artículo.
¿ Por qué nos enseñan que los distintos agregados monetarios se agrupan y clasifican según su liquidez ? ¿ Es la liquidez elástica o inelástica ? Bondone lo explica muy bien, en mi opinión.
En el plano jurídico (elasticidad), Sergio Cotta y su concepción tridimensional del Derecho ( norma, hecho y valor, creo recordar ). Popper versus Kelsen (procedimiento formal-de mayorías- como encaje lógico del acto normativo*).
Un saludo a todos.
P.D: El otro día me compré un libro en una tienda de segunda mano que se llamaba "Economía de la inflación", del Instituto de Estudios Fiscales; Cuando lo lea, le digo algo.
Hola JJ
EliminarLo de la inflacción es un asunto del que hablo más por intuición que por conocimiento. Mis nociones son bastante básicas y no descarto cambiar de opinión si, llegado el momento, encuentro una explicación mejor. Y por explicación mejor no puedo aceptar la de la escuela austriaca (a veces me recuerda al nazismo, con sus explicaciones sencillas para todo imposibles de demostrar de forma empírica pues se basan en meros axiomas).
Del resto de su comentario ya le hablaré, que es un bombardeo de incontrolados estímulos.
Un saludo. Muchas gracias
Me parece que la pagina tiene algun problema que hace que se vea bastante mal y es realmente una pena.
ResponderEliminarLo que peor se ve son las replicas a los comentarios.
He guardado esta misma pagina en un PDF y examinado con el visor de PDFs confirma la impresion.
Arriesgo a sugerir que mejoraria si se elimina el motivo de fondo y se iguala la tonalidad con el area principal de la pagina.
Creo ademas que podria cambiarse el conjunto de articulos recomendados o destacados sitos como cabecera de la pagina por un listado de enlaces simple.
Espero que este comentario no moleste, pues no es en absoluto la intencion.
Muchas gracias por el comentario. No molesta en absoluto. Cualquier crítica con afán constructivo es siempre bien recibida (¡y las destructivas de momento también, qué carajo!) pues tampoco tengo tantos comentarios).
EliminarEstoy intentando buscar una paleta de colores que marque las diferencias sin alterar la claridad del fondo. A ver si lo consigo.
Los artículos recomendados es un gadget que permite hacerse una idea del blog de un simple vistazo sin mucho esfuerzo de programación ni de retoque fotográfico. Quizá con un poco de inspiración y tiempo intente diseñar algo más vistoso y funcional, pero de momento me tengo que conformar con eso.
Muchas gracias por tus comentarios y por el aliento que suponen.
Un saludo
Decencia, solamente falta decencia...
ResponderEliminarhttp://constituquerella.blogspot.com.es/